A comienzos de 1991, un hombre comenzó a notar irregularidades en el proceder de la empresa para la cual trabajaba. Acto seguido, ese hombre se dirigió al FBI para notificarles estos hechos. Como consecuencia, se veía envuelto en una misión de espionaje en la que debía sacarle todo tipo de información a los criminales empresarios. Y en el medio tenemos a Matt Damon diciendo sandeces con una voz en off completamente delirante y cómica. ¿Qué atrae de The informant!? Que Steven Soderberhg vuelve a engañar al espectador, haciéndole darse cuenta hacia la mitad del film que nada de lo que estaba viendo era lo que parecía. Y ahi nos quedamos, para no develar más.
Esta sobria comedia protagonizada por un genial Damon (que vuelve a recurrir a la metamorfósis para emplear sus habilidades), tiene un ritmo bastante reprochable pero no por eso negativo. La historia gira en torno a las etapas psicológicas del protagonista, que se divide entre la vida laboral-familiar y la de un soplón del FBI. Los métodos de trabajo son muy hilarantes, aunque la caricaturización de los agentes sean fácilmente palpables. El guión seco y la espectacular banda sonora se complementan como el yin y el yan de esta interesantísima nueva entrega del director de Che.
Tenemos escenas muy graciosas, así como también el espectador podrá darse el lujo de lamentarse por tanta desgracia acaecida en pantalla. Mucho bla bla, pero contribuye a la historia. Porque, insisto, lo mejor de la propuesta es lo ofensivamente confundido que se siente uno cuando nota que no todo es lo que parece. Y a todo esto, hacia el final del film uno quiere levantarle una estatua a Damon por su transformación interior y exterior durante toda la cinta.
Para pasar el rato, reír, y divisar a través de una mampara de vidrio esmerilado el que fue uno de los grandes escándalos de los Estados Unidos en los años '90.
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