Mi documental "A Fanatic By Choice"

miércoles, 30 de diciembre de 2009

A Christmas Carol

Navidad, Navidad, una más de Zemeckis y Disney...

Esta es una bella adaptación del cuento de Charles Dickens, que siempre tiene presente dicho factor. De hecho, el libro como apertura es un gran acierto, ya que los que no tienen idea de la procedencia del guión pueden incluso apuntar a Robert Zemeckis, adaptador y director de esta peli navideña tan empalagosamente impregnada de Disney, como un escritor simplón.

Es que la historia, por muy bien adaptada a la pantalla que esté, es tan simple, tan predecible, y tan poco atractiva, que probablemente ni los niños la gocen a causa de esas frases tan coloquiales salidas de la boca del todo terreno Jim Carrey, que nuevamente se lleva la película por delante con sus multifaceticas interpretaciones que tanta vida le dan al viejo estereotipo del señor Scrooge.

Quizás no haya forma de revertir la situación y haya que aceptar a este filme, de tan solo una hora y media de duración, como uno más de Navidad que se puede disfrutar en la tele en estas épocas. Sin pretensiones mayores que la tiren más abajo todavía.
Y es que el imperio 3D, tan en jaque por cuestiones socio-económicas obvias, no ayuda a mantener en pie a la trama, que roza el bodrio y distrae más por su propuesta visual tan excelente que por lo demás. Eso es lo peor que le puede suceder a Zemeckis, tan conocido por sus anteriores booms tridimensionales náufragos (The Polar Express, 2004; Beowulf, 2007), que mueren en la orilla cuando el espectador se saca los anteojos.

Rescato la escena en que Scrooge cae del cielo, o los paneos largos de la ciudad nevada, tan realistas y tan embelezadores. La línea argumental es básica a morir, pero cumple con el cometido moralista, aún cuando más allá de eso tengamos que esperar a que el viejo cascarrabias haga su catársis y respectiva transformación. Por suerte hay pocos villancicos, tan prescindibles como esta película.


Calificación (del 1 al 10): 4

martes, 22 de diciembre de 2009

Faubourg 36


Amando, protestando y, sobre todo, haciendo arte...

Honesto y bello filme francés, que con odas al cine clásico y guiños a la comedia musical despierta amor y arraigo para con las costumbres de un pueblo tan familiero como el que Christophe Barratier representa acertadamente en su Faubourg 36.

Una historia bastante llevadera, con algún que otro traspié argumental que no pasa a mayores, y bien narrada, acompañada por un reparto excelente en su actuación, destacando a la preciosa Nora Arnezeder, que se lleva la película por delante con su belleza y su pintoresca mirada rockera y elegante a la vez. Quedé deslumbrado con la hermosura de esta actriz, pero más aún con la manera en la que las escenas despiertan cuando ella entra en acción, ya sea personificando el bello canto de Douce o protagonizando la historia de amor lacrimógeno (y melodramático) con Clovis Cornillac haciendo de Milou.

El hecho de que sea un reparto coral le da una tónica más querible a un filme que para muchos podrá pecar de común o sentimentaloide, pero la verdad que si se tiene en cuenta su procedencia, es un hermoso homenaje al resurgir de los pueblos perisféricos de la romántica y ciega Paris que comenzaba a sentir el temblor nazi a mediados de los '30. La historia representa la dignidad de los artistas, y el poder de la protesta ante las autoridades capitalistas y/o burguesas que arrasan día a día con la cultura, en este caso de un país que se ama cada día más, a veces hasta en exceso (aunque esta película no es el caso más grosero, y esa es una peculiaridad que le juega a favor al director).

La fotografía es tan bella como las imágenes que muestra en cada secuencia. Y todo ese color que le ponen a la psicología de cada una de las escenas, que va variando en su estado anímico -pasando del amor a la lastimosa pena y el desarraigo con una rapidez sesgadora pero comprensible- son sin duda el plato fuerte de este largometraje original y artístico de 120 minutos de metrajes bien llevados y aceptables.

Sin dudas, es para verlo en familia, y preferentemente con una buena calidad de sonido, para poder apreciar cada matiz en la exquisita composición de Reinhardt Wagner. Podrá ser simplona, clásica y hasta melosa, pero que tiene arte, tiene arte. Y eso se agradece entre tanta sátira histórica y homenaje berreta disfrazado de originalidad.


Calificación (del 1 al 10): 8
Editado el 08/03/2010

GANADORA DE 1 PREMIO PALITOH:
- Mejor Canción de Película ("Loin de paname")

sábado, 19 de diciembre de 2009

The Hurt Locker

El infierno de los beligerantes.

La multi premiada, y reciente nominada a los Golden Globe, The Hurt Locker, es una cruda y bastante creíble historia sobre el día a día de un escuadrón del ejército estadounidense, situado en Irak, encargado de desmantelar las amenazas explosivas puestas por el enemigo.

Este rudo filme dirigido por Kathryne Bigelow, si bien está realizado con mano muy profesional y una capacidad de verosimilitud llevada al límite, es portador de un mensaje bastante fuerte respecto a la obsesión norteamericana por entrar en guerra. Abre el telón con una frase de Chris Hedges: "la guerra es la droga de los hombres".
El problema es cómo se utiliza ese mensaje. ¿La historia trata de poner en pantalla la pesadilla vivída por los soldados de la Armada americana, o intenta enviar un mensaje subyacente sobre lo que debiera sentir todo estadounidense que se haga llamar patriota? No sé, no me cerró.

La belicosis está llevada al extremo gracias a una imponente puesta en escena, una fotografía sensacional y un par de caracterizaciones avasalladoras por parte de Jeremy Renner (encarnando al Sgt William James) y Anthony Mckie (interpretando a Sanborn). También vale remarcar quizás la mejor escena de la película, con la aparición de Ralph Fiennes, quien junto a otro grupo de guerrilleros se bancan un tiroteo en el desierto que dura como 15 minutos, donde todo el realismo, el impacto y la crudeza son llevados al máximo por la señora Bigelow, tal vez hasta su momento cumbre, con el desenlace de dicha secuencia. En general el reparto está bien, aunque lamentablemente todos son un montón de personajes estereotipados -el blanco que se las sabe todas, el negro rudo pero que en el fondo siente admiración por el puesto que ocupa el blanco, el pendejo asustado que aún así tiene una puntería que da miedo, el coronel típico de oficina que por hacerse el macho termina como termina, e, infaltable, la historia de la familia en la espera eterna como trasfondo.

Ahora, ¿sirve de algo todo eso? ¿Es The Hurt Locker tan buena como dicen que es? Para mí, no. Es una más de guerra que otra como, por ejemplo, Saving Private Ryan, no tiene nada que envidiar. Pero a esto agregémosle una dosis de mensaje beligerante con contexto infernal, digno de aplauso por parte del guionista, pero reprobable en cuanto a la ideología. Son filmes como estos los que avalan un Premio Nobel de la Paz para Obama, los que admiten como algo natural del ser humano algo tan desquiciado como la poca compasión por un hermano de otro país, que la muerte es sólo un componente más para el mensaje. No importa si son demócratas o republicanos: es de patriota ir a la guerra, es típico del humano matar por su país. La reflexión final por parte del personaje de Renner es una muestra viva de esta hipótesis. No queda nada por aclarar.

Quizás se lleve todos los premios por una cuestión política, aunque no vamos a negar que la película está muy bien hecha. Aún así, no es digna de llamarse la obra maestra que muchos dijeron que es. Por lo menos lo dice este humilde comentarista, que no cree que sea algo propio de su modus operandi humano lo que en The Hurt Locker dicen que sí es.


Calificación (del 1 al 10): 7

jueves, 17 de diciembre de 2009

VERSUS: Camarógrafos del terror

Nueva edición de "Versus", en la que enfrentaré a dos películas similares en ciertos aspectos dignos de comparación mutua.

Hoy: Paranormal Activity vs [•REC]2

Estas dos cintas se asemejan en la técnica llevada a la consagración por la memorable e inspiradora The Blair Witch Project (1999). El propósito: filmar todo lo acontecido para que parezca real y así dé más miedo. ¿Lo habrán logrado? ¿Quién lo hace mejor? Empecemos.


Paranormal Activity

Este filme dirigido por Oren Peli cuenta la historia de una parejita feliz y adinerada que decide comenzar a grabar los hechos paranormales que atormentan a la señora de casa. Si bien las actuaciones están lo suficientemente bien como para lograr el verosímil adecuado como punto de partida, el motivo por el cual se deja la cámara prendida no siempre está del todo bien. ¿Para qué filmar un momento de shock durante el desayuno? ¿Cómo hacen para acomodar tan bien la cámara (y cómo piensan dónde la colocan) en un lugar que los capte a amboso sollozando ante el terror por la presencia del demonio de tres deditos? (La escena de las huellas es muy buena).

Aún así, la película cumple con su cometido, dando pie a escenas de mucho suspenso como las que suceden de noche, donde con mucho ingenio el director aplica un recurso hasta ahora poco utilizado como el de la cámara nocturna con contador, que seguramente hará escuela de aquí a la posteridad tan poco prometedora de este género. El tema que se toca siempre escapa a la capacidad del espectador -a menos que sea un médium o algo parecido-, por lo que nunca está demás hacer secuencias como la de la tabla ouija o el video del exorsismo (homenaje a ya saben cuál filme).

Se dice que Paranormal Activity es una de las películas más rentable de todos los tiempos, ya que partió con un presupuesto de $15.000 y en sus primeras semanas recaudó millones (y contando). Eso se le debe al buen trabajo publicitario que se hizo, con trailers de lo más prometedores y un gancho tan atrayente como el apellido "Spielberg" en la cartelera, y más si el tipo que porta semejante nombre dice que ésta es una de las mejores películas de terror de la historia.

En fin, no será la mejor de la historia, pero es un blockbuster que asusta varias veces y cumple con su cometido sin engañar al espectador, a menos que este se crea muy inteligente y no advierta un gran trabajo propagandistico que lo burle más que el demonio a Micah y Katie.

Calificación (del 1 al 10): 7


[•REC]2

¡Volvieron los zombies católicos! Y de qué manera. La dupla que conforman Jaume Balagueró y Paco Plaza realiza de una manera más que advertida esta continuación de la desilusionante [•REC]. Ahora parten de una premisa mucho más efectiva para asustar, como ellos mismos dicen, como la puta madre.

¿Por qué [•REC]2 sí funcionó? Porque explotaron más el factor claustrofobia, desarrollando más la acción en ambientes pequeños que dejan sin respiración al espectador durante el visionado. El edificio que en la precuela fue un simple escenario de griterío xenofóbico y malas actuaciones ahora es un protagonista más, que mantiene atrapado no sólo al grupo de GEO's y los tres adolescentes entrometidos (las tres mejores actuaciones de la película), sino a los infectados de la primera, que además de intentar saciar su nueva hambre no dejarán que salga nadie ileso. Bravo por la dupla de directores.

El ritmo frenético de la película es, sin duda, tres veces superior al de la anterior, conformando un clima infernal durante sus 85 minutos de metraje. Pocas veces a este servidor le ha pasado desear que termine la película para acabar con esa pesadilla, así que un nuevo hurra para Balagueró y Plaza. Ahora, en lo que a interpretaciones se refiere, seguimos en la misma, teniendo como peores momentos las poco convincentes discusiones entre los policías y el "doctor" alemán que los acompaña, siempre pidiendo -como para no dejar de lado la intencionalidad del estilo por el que opta el filme- que no se deje de filmar para juntar información. Larra -un argentino que se hace con una tonada de español patética- es el más pobre de todos en su aporte, aún cuando uno se pregunta por qué será que ésta saga (ya está prevista la tercera parte) se viene a pique cuando Manuela Velasco entra en escena. Nuevamente esta insufrible actriz logra arruinar la película, sobre todo en esa parte en la que aparece con una nueva cámara cual arma letal, a lo Terminator, que todos esperaban para seguir adelante.

Pareciera ser que la reportera Vidal es el fetiche de los dos realizadores, aún más que la vuelta de tuerca demoníaca que tomó la película. Es preferible quedarse con los primeros 70 minutos del filme, cuando todo indicaba que estábamos ante un progreso importante en materia terror. La cinta asusta que da calambre y tiene un contexto que así lo permite. Se aplaude la onda video-game que agarra con las camaritas en los cascos de los policías, así como el recurso narrativo a lo Crónica de una muerte anunciada, entrelazando las dos historias que llevan al ingreso en el edificio. Por lejos, muy superior a la anterior, marcando una clara evolución en todos los aspectos técnicos y argumentales. Lástima el final y las interpretaciones generales, pero nunca está mal cambiar de vez en cuando los "¡Fuck!" por los "¡Coño!".

Calificación (del 1 al 10): 8

Tenemos dos buenos largometrajes de terror, recomendables, que saben explotar sus tópicos gracias a este recurso de cámara tan utilizado en otros proyectos. El suspenso está en ambos, pero el terror sólo en el segundo, así que tenemos un ganador en esta nueva edición del VERSUS.

martes, 15 de diciembre de 2009

Låt den rätte komma in


Practicando el vampirismo utópico

Resulta gratificante ver cómo un proyecto se sale de los convencionalismos argumentativos del cuadrado cine al que se está acostumbrado por estos días. Y más gratificante aún resulta ver cómo se sale de los típicos parámetros de un tópico tan trillado como el vampirismo en las cintas pseudo terroríficas más tiradas al melodrama fantástico que al terror psicológico. Låt den rätte komma in, o como se la conoce en inglés -Let the right one in (algo así como "Déjalo entrar" en español)- se yergue entre las mejores películas del año, pasando por encima a sus hermanas compuestas por vampiros oligofrénicos tales como New Moon, Cirque du freak o Blood: the las vampire.

Se caracteriza por una frialdad minimalista en las locaciones (los suburbios de Estocolmo) y un ritmo pausado para contar la aún más fría historia de dos niños unidos por la sangre, literalmente. Uno de ellos es Oskar (interpretado de manera magistral por el joven Kåre Hedebrant), un púber de doce años que vive atormentado por tres abusones de su colegio. Este muchachito ansía con todo su ser poder vengarse brutalmente de los imbéciles que tiene por compañeros, hasta que finalmente conoce a Eli (genial, soberbia, Lina Leandersson), una extraña niña que se muda al complejo de apartamentos donde él vive. El hecho de que la nueva vecina justo llegue cuando se cometen horribles asesinatos en el pueblo, hará que el rubiecito ambiguo en apariencia sexual pero de mirada indescriptible -lo que lo hace temible y temeroso a la vez- comience a explorar dentro de una relación que a simple vista puede ser normal pero en el fondo se ve unida por esas ansias de violencia desmedida, que en él se dan por una necesidad psicológica y en ella por una necedidad biológica.

El ambiente que rodea los hechos, tan cutre en expresión pero tan vivo en demostración icónica (la escena de la piscina es gloriosa), hace que todo se suceda de una manera parca y solemne, generando allí el factor terror, y no en los estilos propios del subgenero. La dirección de Tomas Alfredson, con paneos de cámara que hacen que uno se quiera mover en distintas direcciones para poder descubrir antes lo que está por suceder, es digna de aplausos, al igual que la fotografía y el montaje. Todas las actuaciones son muy buenas, y el grado de realismo con el que se dosifica al filme es lo que la hace tan buena, aún utilizando como detonante una trama tan simple como la que tiene.

Y es precisamente ese el mayor logro de Alfredson: sacarle partida a todos los matices cinematográficos que tanto esperamos cuando empezamos a ver una película, para pulir un tema que a esta altura de la historia del séptimo arte se debe tomar con pinzas y con mano de cirujano. No cualquiera hubiese hecho de Låt den rätte komma in lo que es. Y eso es admirable.

Cuando hay buen gusto (el desenlace es majestuoso), empeño, buen aporte técnico -salvando las condiciones monetarias con que se lleve a cabo-, y un toque de originalidad (la forma con la que se trata la insatisfacción sentimental, la homosexualidad, e incluso la pedofilia, es muy meritorio por parte del guionista John Ajvide Lindqvist) puesta a prueba contra un obstáculo inmediato como el que supone un producto argumentativo utilizado hasta el hartazgo, el resultado no tiene techo. Quizás si este largometraje no se hubiese tomado tan en serio a sí mismo (hay hasta un aire de respeto para con el vampirismo o la criminalidad) y no hubiese sido tan inflado por la crítica especializada, hubiese sido una obra maestra hecha y derecha. Pero sin duda es una rareza en el campo, por lo tanto, digna de aplaudir de pie.

Calificación (del 1 al 10): 9

domingo, 13 de diciembre de 2009

The Curious Case of Benjamin Button

La belleza es cuestión de tiempo...

Una cuenta pendiente que me quedó -junto a la flamante ganadora- de los últimos Premios de la Academia. Esta película dirigida por David Fincher es una ternura de principio fin, pero con un parate en el medio que dura unos 20 o 30 minutos. La extraña historia de un hombre que nace viejo y muere niño de por sí ya es rebuscada, pero logra ser conmovedora gracias a un desarrollo técnico impecable y deslumbrante, sobre todo en el apartado estético. El maquillaje juega un papel importantísimo en la construcción del personaje encarnado por Brad Pitt, que mientras se mantiene petizo y avejentado está descomunal, para luego volverse como siempre fue una vez el Sr. Button llega a los cuarenta años.

Sin duda lo que más impacta de este relato histórico sobre las idas y vueltas en la vida de este singular individuo es que su 'metamorfosis' se ve afectada principalmente por dentro. Resulta paradógico ver como un 'viejito' debuta sexualmente o prueba su primer trago de whisky, así como tambien resulta conmovedor verlo caminar por primera vez o durmiendo con su madre, menor que él en apariencia. Esto se ve ayudado por la magistral actuación de Taraji P. Henson, quien hace de Queenie, la madre adoptiva de Benjamin, la que lo ve como el niño que es por dentro: ese ser tan inocente y desprotegido ante la mirada del resto de los humanos 'comunes'.

Como historia es excelente. Como película se puede decir que es bastante larga, teniendo como principal defecto ese embelezamiento que se hace hacia la mitad del metraje, donde todo queda estancado en el romance entre el personaje de Pitt y Cate Blanchett, que lo arrolla con la interpretación (pero ella no va quedando linda con los años, ni nadie le dice cuán perfecta es a los cuarenta). Esta relación se empieza a vivenciar desde la 'niñez' de ambos, pero se pronuncia cuando los dos "coinciden" en la edad mental: en el momento en que Button tiene 49 y Daisy (Blanchett) 43.
Este embrollo se resume simplemente dando cuenta que el pequeño bajón que sufre la película se debe a que los realizadores están más preocupados en exaltar la belleza y el atractivo de Pitt que por continuar con una historia de vida que nunca llega a acoplarse con los hechos históricos (desde la Primera Guerra Mundial hasta el huracán Katrina) que coinciden con el relato. Y ese es el peor matiz de este adorable filme: no conectarse del todo con su contexto. Daba igual que la historia se desarrolle en el 1800, en nuestros días o en la Luna, si todo se licúa en las consecuencias de la rareza genética de Button, ya sea en sus únicas dos relaciones amorosas o en su conflictiva relación paternal (tanto adoptiva como biológica).

Aún así, es muy atractivo (vaya si se adecúa esa palabra a esta película) ver cómo se van sucediendo los hechos en la trama, haciendo a uno pasear por momentos tiernos, hilarantes, románticos y hasta tristes. Esa multiplidad de sensaciones desplegadas en el abanico del director de Se7en -que hace uso y abuso del aspecto de su fetiche, el señor Aquiles- es lo más destacado de la historia, además de la perfección que se alcanza con el maquillaje y los efectos visuales que permiten dar cuenta del paso del tiempo.
El reloj invertido es el mejor ícono de todos. La mini-historia (protagonizada por un irreconocible Elias Koteas) que introduce al relato es exquisita para adentrarse en las siguientes dos horas y media.

Más allá de lo rebuscado que puede ser el desenlace central -ese que sucede en la enfermería, desde donde se cuenta todo- no se pueden perder esta historia de amor, extrañeza, dilemas del tiempo y odas a la belleza humana como cualidad que está por encima de las condiciones físicas, con todo lo paradójico y contradictorio que puede sonar esto último.


Calificación (del 1 al 10): 8

sábado, 12 de diciembre de 2009

The Soloist

Sobre cómo conmover sin conmover.

Interesante lo que se puede hacer con una hermosa historia real llevada a la ficción con un cuerpo de actores renombrados que la mantenga viva. Interesante lo que pueda suceder en el producto de esa conjunción de factores. Pero poco interesante lo que eso pueda despertar en el espectador.

The Soloist, dirigida por Joe Wright, es un drama que falla como drama. Una historia de vida que cumple como historia de vida. Un filme justo en su metraje pero injusto con la trama que intenta llevar al corazón del público. Una más de Wright...

Quizás no sea porque la película es del todo buena, así como tampoco del todo mala, es que cuesta tanto familiarizarse con ella. Al verla resulta cómodo vivir el proceso de amistad entablado por el reportero del LA Times, Steve Lopez, y el indigente pero prodigio musical, Nathaniel Anthony Ayers (A-Y-E-R-S... ¿?), pero una vez que salimos de la sala nos resulta todo tan indiferente que la historia acaba disipándose en un triste olvido. Y digo triste porque es una pena que el director de Atonement no haya podido extraerle todo el jugo a este bello relato real, que pudo haber sido contado de una manera mucho más simple y sin recaer en el estereotipo del periodista atribulado por los vaivenes de la vida (único elemento fallido en la estupenda actuación de Robert Downey Jr., aunque quizás esto tenga más que ver con el guión de Susannah Grant) o los delirios propios del típico esquizofrénico encarnado por un poco convincente Jaime Foxx.

La música es protagonista, pero no desempeña un buen rol, porque: a) No se la toma con el sentimiento con el que la vive el verdadero Nathaniel Ayers -bien sacado estéticamente por Foxx-, b) Está mal editada a la hora de entregar el producto final -en un túnel, un chelo nunca va a sonar tan melosamente rimbombante, por muy bello que se toque-, c) Se la quiere mostrar como el poder redentor de ese mundo al que se termina aludiendo hacia el final -una suerte de denuncia social que no tiene mucho que ver con la historia central que se quiere poner sobre la mesa-: el de los sin techo o, como se les dice allá, homeless.
Y no es que esta última tesis sea errada. Más bien estamos ante una bifurcación en el camino que va tomando la trama (cada vez más espeso en su andar, lo que cansa al caminante -el espectador), que confunde el concepto definitivo dentro de todos los hechos que hicieron que Lopez y Ayers establezcan una capacidad de entendimiento mutuo tan fuerte, y tan reconocida en sus tierras angelinas.

En general, el filme está bien. Pero el hecho de que falle como drama, y todo lo que decíamos al principio, lo pone en una situación incómoda (en realidad, a mí me pone en una situación incómoda para hacer esta devolución, ya que me gustó la peli -porque conocía la historia y me fue familiar todo lo que ví- y no quiero caer en una subjetividad sesgadora), por lo que se podría decir que, si combinamos todos los ítems que la componen, estamos ante un largometraje regular.

Me quedo con la excelente actuación de Downey Jr. que, aún así como está, encarna a una versión mucho más canchera del verdadero Lopez, un hombre serio que acostumbra el saco y corbata -por lo menos en las veces que se lo ve públicamente- y no esos atuendos tan modernos que le ponen los vestuaristas al multifacético actor. También destaco la espectacular secuencia de luces y sonidos que vivencian los pensamientos de Ayers durante una pieza de su tan querido Beethoven (aunque no tan querido como el Sr. Lopez). Y también me quedo con los planos hermosos que se hacen a Los Angeles, aprovechándo todo el esplendor de una ciudad imponente (las tomas aéreas son majestuosas).
El resto: un drama más del montón, que por lo menos sirve -más allá de cualquier falla- para que se dé a conocer tan bella historia de vida.


Calificación (del 1 al 10): 6

jueves, 10 de diciembre de 2009

The Final Destination


La muerte no resiste a secuelas...

(con Spoilers)
Ya pasaron casi diez años desde que los adeptos al género nos alegramos por la incorporación neta de un malo malísimo en el mundo del terror: la mismísima muerte. De la mano de James Wong -quien después dirigiría la tercera parte-, el filme que mostraba como un grupo de desgraciados sobrevivientes serían perseguidos por la parca era una sincera propuesta para alimentar el morbo cuasi gore de aquel entonces.
Ahora, no sólo hartos en secuelas -hubo una malísima segunda parte y una un poco menos peor tercera-, nos tuvimos que comer este bodrio que al menos se compadece (y esa es una palabra que no entra en el diccionario del director David R. Ellis -quien se encargó de la segunda parte) de ser corta, ya que el martirio -no a las víctimas, sino al espectador- dura menos de hora y media.

Ahora tenemos a cuatro imbéciles mal encarnados por los actores, que no se suben ni a un avión ni a una montaña rusa, sino que van a ver una carrera de autos Nascar. De ahí, lo mismo de siempre: la inexplicable premonición del más imbécil del grupo (que por supuesto, siempre es el último en morir -oops, spoiler... a quién le importa), el milagroso salvataje junto a otro grupito de gente que le cree al imbécil, (que tiene una novia que está tremendamente buena, para variar), las dudas, la cadena, la carrera contra la muerte, y nosotros viendo como de a poquito van palmando uno por uno todos los que no murieron trágicamente en la escena principal.

Lo peor de este filme -de lo más rescatable, porque hay muchas cosas malas- es que está constantemente en un debate entre lo que se puede y no se puede mostrar. Mientras tenemos que ver las tripas de una pseudo-extra desparramadas en el suelo luego de que le caiga una rueda que voló más de 100 metros desde el lugar donde todo está estallando (que solo tenia una puerta de emergencia que el grupito de imbéciles sí supo encontrar), tenemos que quedarnos con las ganas (por así decirlo, no me rotulen de morboso... si quieren) de ver cómo queda el cuerpo del que en esta entrega toca ser atropellado brutalmente por la tan parodiada combi que sale de la nada y cuyo piloto no sabe usar los frenos o por lo menos soltar el acelerador. Así lo mismo sucede con el resto de las esenas, que son una contradicción atrás de la otra respecto a la ideología estética que quiso mantener el cuerpo técnico de esta fantochada que encima se da el lujo de que la clasifiquen como "horror", porque no asusta en nada.

La muerte se las tiene que rebuscar bastante en esta cuarta parte, ya que los personajes zafan de una manera increíble de mil acontecimientos desafortunados para luego ser atropellados sin percatarse, derribados por una cadena, o mutilados por una piedrita que se enganchó en una cortadora de césped. A la mala suerte no le ofrecieron contrato ni papel para esta versión infumable de Destino Final, que esperemos que ya sea el verdadero "final".

Una saga se puede mantener siempre y cuando se siga una línea argumental; aquí sólo mencionan a los viejos personajes después de una "investigación" en la red que los alarma mucho más de lo que ya están (¡oh!), aunque obviamente el incrédulo no se la traga y termina muriendo de una manera terriblemente estúpida e inverosímil. Ahí está, esa era la palabra: inverosímil. Eso es todo lo que sucede en esta película. Fin de la crítica.

No es peor que Jennifer's Body, ya que por lo menos la fórmula berreta de toda la saga sigue funcionando a rajatabla, asi que no se merece tan mala nota. Aunque tampoco es mejor que Case 39, ya que ahora que me doy cuenta, ésta asustaba alguito al lado de la que nos ocupa... asi que ahí les va la valoración. Los que no la vieron, sigan así que no se pierden de nada. Los que la vieron, sabrán a qué me refiero...


Calificación (del 1 al 10): 2,50

martes, 8 de diciembre de 2009

2012

Inundados por el estereotipo y la inverosimilitud.

Hay que reconocerlo: en su salsa, Roland Emmerich hace buenas producciones. El problema empieza cuando se quieren interpretar sus historias. Ahí pasa a ser un tipo hasta detestable, con una preocupante obsesión por la destruccción del ser humano (sin detenerse si quiera un segundo en una mínima construcción psicológica que fundamente esa causa), el Apocalípsis, el derrumbe estructural de la Naturaleza, y, por qué no, un desmedido e incomprensible patrioterismo estadounidense (el tipo es alemán).

2012 llega a las salas de todo el mundo como un nuevo concepto del Apocalípsis, ahora visto desde una mirada un poco más abstracta, ya que en todo momento se trata la predicción maya -sobre la ocasional destrucción del mundo- como un argumento irrefutable al que estamos sujetos y no hay escapatoria, siempre y cuando no contemos con la tecnología china que, siempre precabida, guarda unos tanques del tamaño de Guatemala en el interior de una "represa" (a la que nos podemos dirigir en la chata que nos presta el Dalai Lama) que nos resguardará de toda catástrofe.

Está demás decir que la película es un disparate de cabo a rabo, y que las actuaciones de John "nunca me llaman" Cusack (Pablo E. Arahuete dixit) y Amanda Peet no colaboran absolutamente en nada para que se revierta esa cuestión. Lo único a lo que debemos atenernos es a presenciar la demolición de los monumentos más representativos del mundo -con la Casa Blanca como el máximum de dicho conglomerado, y, ojo, el Presidente de los Estados Unidos de América (encarnado por Danny "Obama" Glover) como la entidad individual a consideración de la humanidad por excelencia- y un sinfín de escenas cursis e inverosimiles, representadas por un recital hecho y derecho (quizás hasta el más grosero del año) de actuaciones estereotipadas.

Cada fotograma se puede advertir unos segundos antes. Todo es tan predecible, que incluso la predicción que propone la trama se puede tomar hasta como una especulación al lado de lo demás. En ese sentido hay que condenar a los guionistas, que no supieron darle vida a un relato que estaba presto a impactar al público, como sucedió en su momento con El día de la Independencia, ya que lo del año 2012 en el calendario maya es algo sabido por todos, incluso por la ciencia astronómica, que anticipa una inversión de los polos para ese año (motivo por el cual todo se va al carajo en la peli de Emmerich).

No obstante, estamos ante un despliegue de producción im-pre-sio-nan-te, que hace digno de ver a este filme tan soso e irreparable. De hecho, si no fuera por el apartado técnico, esta película -con todo lo que la compone- se iba derechito a la hoguera, y se postulaba como una de las peores del año. Sin embargo, no hubo un mal desempeño desde los efectos especiales, sino todo lo contrario: estamos ante uno de los más grandes despliegues de CGI que se apreciaron en este 2009, y se olfatea una nominación a los Oscar. Escenas muy buenas como el despegue de la avioneta o la mega erupción del volcán presenciada por el personaje de Woody Harrelson (el único medianamente rescatable del elenco de planos actores), fundamentan este párrafo.

Lamentablemente, el todo de dos horas y media que compone 2012 es un "casi-bodrio", solo salvado por el espectacular uso que se le dan a los efectos visuales. En líneas generales es un nuevo capítulo del fetiche de Emmerich por destruir a la especie humana y su hábitat. Eso sí, que Alemania pueda estar en peligro de extinción, ni se menciona...

En fin... tal y como lo dice el póster: "Estábamos advertidos".


Calificación (del 1 al 10): 4,50

domingo, 6 de diciembre de 2009

Brokeback Mountain.


Un amor en tiempos de prejuicio.

Una de las peores cosas de andar haciendo zapping en la tele un día de semana al mediodía es que si enganchás una película buena no la podés ver, ya sea porque la agarraste desde la mitad o porque siempre hay algo para hacer antes, durante o después del visionado imposible.
Eso fue lo que me pasó con Brokeback Mountain, una película a la que siempre huí por priorizar otro tipo de productos menos chocantes (aunque, como notarán, si puedo ver Saw o Hostel, puedo ver cualquier cosa). La cuestión es que no sólo la agarré por la mitad la primera vez, sino que la segunda la encontré totalmente cansado por haber regresado de un final (aclaro, estudio de madrugada, por lo que puedo pasar más de dos días sin dormir, lo que es muy agotador), y a minutos de que pasen a buscarme para ir a celebrar que lo haya aprobado con un 7.

Una vez vista, el resultado fue doble: gratitud ante el excelente filme, y bronca por no haberla visto antes. Pero, si mi encuentro con este opus de Ang Lee fue tan conflictivo, ¿Cómo hice para toparme con él?... ¡Qué pregunta! ¡¡BLOCKBUSTERS BABY!!

No ví Crash, pero dudo que haya sido mejor que este clásico romántico que dibuja con delicadeza -y bastante rudeza también, por qué no- una auténtica historia de amor en circunstancias bastante excéntricas. Y digo lo de Crash porque tengo entendido que el revuelo que se armó cuando la mencionada película venció a la que nos ocupa el día de la fecha en la entrega de los Oscars fue incluso superior a la polémica que desató ver al ahora difunto Heath Ledger y Jake Gyllenhaal fornicando desenfrenadamente en una carpa.

Al margen de toda polémica por las escenas sexuales entre los dos hombres, este espectacular largometrage me dejó una muy buena sensación respecto a un director al que tengo poca estima desde que melodramatizó a Hulk (aunque espero con ansias Taking Woodstock). El taiwanés se basa en unos paisajes preciosos y una fotografía impactante para representar el marco en el que se desarrolla esta historia que no necesariamente tenía que ser entre dos hombres para ser polémica, ya que el tema central que se aborda es el de la negación de la identidad (lo que uno es, quiere, desea y -no- acepta) y la infidelidad en medio de la impotencia ante la dicotomía sexual, más tirada al plano bisexual que al homo.

Las construcciones actorales de Ledger y Gyllenhaal son de lo mejor que he visto en mi vida, resaltando principalmente la labor del primero, que encarna a Ennis Del Mar, el verdadero protagonista de la historia, de una manera prolífica y avasallante. Rodeados por un reparto de lujo -en el que se destaca la labor de Randy Quaid como el típico cowboy homofóbico de los '60, y Anna Hathaway como la fría esposa del personaje de Gyllenhall-, los dos protagonistas nos adentran en un paisaje (ficticio, o no) plagado de pasión, amistad y temor.

El contexto histórico en el que se desenvuelve la mayoría de la trama (principios de los '60, y luego pasando por todos los '70), acompañada por una ambientación asombrosa, enmarca el filme como una protesta política con fines a la reivindicación del amor entre los seres humanos, sin importar de qué sexo sean. En ese sentido, el personaje de Ledger representa toda la parafernalia homofóbica que asolaba Estados Unidos en esa época, animándose Lee a destrozar el estereotipo del vaquero texano -siempre planteado con rudeza gracias a la doctrina eastwoodeana- para resumir en Ennis Del Mar las dos caras del pensamiento anti-gay, y así adaptar de forma excelente un relato breve de 1997, publicado por Annie Proulx (ganadora del Pulitzer) en el The New Yorker.

Párrafo aparte se merece la musicalización de Gustavo Santaolalla, quien desde su lugar logra conmover poniéndole ritmo a los sentimientos de cada escena, principalmente con la canción "The Wings", que eriza la piel.

En fin, los que no la vieron por X motivos, haganlo ya. No esperen más. Yo dejé pasar esta obra maestra por despistado, y ahora me arrepiento, aunque gracias al DVD y la TV pude acercarme a la sincera y desgarradora historia de dos personas enamoradas de verdad, pero atosigadas por la sociedad prejuiciosa y discriminadora de ese entonces.
Más allá de lo impresionante que puede ser ver tanta pasión entre dos hombres, no se van a arrepentir al verla. "Lo juro..."


Calificación (del 1 al 10): 9

martes, 1 de diciembre de 2009

The Twilight Saga: New Moon


Una histeria de amor...

Cuando me vi obligado a ver Twilight presentí que estaría ante una obra completamente profunda y romántica. Por supuesto, me equivoqué, ya que no sólo ni siquiera rozaba esa idea sino que además estaba ante un producto típico de la audiencia Mtv como los que tanto aborrezco. No obstante, la historia había sido lo suficientemente empalagosa como para que le rinda tributo a las más de dos horas de vida que me había arrebatado, por lo que dije: "Voy a ver la segunda".

Así fue, y me pasó lo que hace mucho no me pasaba yendo al cine: me aburrí. New Moon, aunque con bastante más acción que su predecesora, peca de larga y densa (le sobran, al menos, 40 minutos), y ya no tiene esa cuasi poesía en sus líneas (nos tenemos que quedar con las frases cursis de Robert Pattinson, tan insulso e idiota como en la anterior). Ahora vemos un triángulo amoroso que, no conforme con la parafernalia vampirezca copiada de Buffy, la cazavampiros, suma a un hombre lobo -bien logrado por los CGI- que es interpretado pésimamente por Taylor Lautner.

Lo peor de todo es que ésta es una historia que está pensada para las muchachitas menores de 15 o 16 años, y sus protagonistas ni siquiera intentan representar lo que identificaría a su audiencia (¿Quién se cree el verso de que el irritable personaje encarnado -correctamente- por Kristen Stewart, Bella, tiene 18?). La película no emociona, y por lo menos advierto a los muchachos que, como yo, deben asistir a ver este bodrio de 2 horas y media para acompañar a sus novias/amigovias/amantes, que estén prevenidos de un par de escenas insignificantes que llamaría "cebollas cinematográficas" (no tienen mucho sabor pero si se cortan hacen llorar seguro).

Las actuaciones son regulares, o por lo menos para lo que el filme ahora dirigido por Chris Weitz pretende. Pattinson es un malísimo actor, que está más preocupado por poner esa cara de lindito escuálido que por su actuación propiamente dicha. Stewart está aceptable, la pobre tiene que lidiar con un personaje de porquería, que en la primera entrega era hasta normal pero que ahora por momentos queda como una histeriquita que va y viene según su conveniencia, que encima se vuelve una suicida adicta a la adrenalina por culpa del abandono de Edward Cullen (¿?). Su química con Pattinson es inexistente, y no transmite nada. Cuando les toca hacer escenas de "amor" juntos, no tienen nada de conexión, y eso que, de última, la trama avalaría esta cuestión, pero ni así se justifica tamaña indiferencia entre ambos.
El resto del elenco está a ese nivel, lidiando con lo que les tocó. Y el mejor ejemplo para esto último es el de la talentosísima Dakota Fanning, quien en sus 10 minutos de aparición no genera absolutamente nada.

¿Lo rescatable? La fotografía, tan hermosa como en la primera. Ciertas escenas románticas tienen un dejo de emoción sólo gracias a este apartado. Así lo mismo con los recuerdos/delirios de Bella, muy poéticos icónicamente, pero que no pasan de ser un complemento del quilombo central, cuando para que la película tome vuelo debiera ser al revés. Después de todo, estamos ante una romántica fantástica, y lo único que tiene de esto último es el concepto global.

En fin, habrá que ver la tercera para demostrar si esta peli es tan mala como aparenta a simple vista. Y esto lo digo porque, si hay algo que me dejó como enseñanza Luna Nueva, es que al fin y al cabo Crepúsculo no fue tan mala.

Calificación (del 1 al 10): 3

domingo, 29 de noviembre de 2009

Moon


Hay vida en la Luna

Esta película, que arrasó en el Festival de Sitges, retoma la idea de toda una gama de cintas -cortas y largas- que tratan sobre la manía del hombre por conquistar el espacio exterior. De la mano del cineasta debutante, Duncan Jones, este film intenta dejar en claro que la ambición humana por llegar a confines impensados (y explotarlos) puede llevarlo a sucumbir ante sus propios demonios internos, perpetrando cualquier tipo de 'animalada' contra su propia existencia, aún pensando que lo que hace puede llevarlo a sobrevivir por los siglos de los siglos.

Sam Rockwell interpreta de manera magistral al personaje princial -y casi único- de esta impactante historia. Él es un minero que vive desde hace tres años en el satélite de la Tierra extrayendo Helio-3, el componente que, en el universo de Jones, abastece al planeta con un 70% de energía.
Esta idea no es muy alocada. De hecho, la NASA compartió la proyección de este filme con la presencia de su director -para los que no lo conocen, el hijo de David Bowie-, a petición de un profesor que allí trabaja, y luego de una rueda de prensa con el susodicho, una científica reveló que están trabajando con ese componente para los mismos fines que se preven en la película.

Cómo Jones logró socabar esa información, no lo sé. Pero sí sé que construyó una historia compleja y densa para seguir, pero que se sirve de herramientas muy preciadas para contar una trama totalmente cautivadora e imperdible. Los efectos especiales de este largometraje cuasi independiente son bastante flojos, pero para lo que fue su presupuesto son toda una maravilla, aún cuando se descuidan un par de aspectos obvios que sólo los conocedores de la materia (sí, lo confieso, el espacio exterior es mi fetiche) podemos señalar.

Toda la película rebosa ingenio, aún cuando el espectador podrá encontrar en Gerty (con la voz de Kevin Spacey) algo de HAL 9000 de 2001: a space Odyssey, o una trama con tintes de Solaris. Sin duda estamos ante una joyita de la ciencia ficción, a pesar de que éste género es tan sólo un mantel en el que se apoya todo un conjunto de condimentos para servir el plato principal: una suerte de thriller psicológico que no abusa de los factores típicos de esa corriente, pero que aprovecha al máximo los recursos (ya que estamos con la extracción de los minerales) que tiene a su merced para traer a pantalla una de las diez mejores películas de este 2009, y probablemente una de las cinco mejores -sino la mejor- de ciencia ficción.

El ambiente claustrofóbico que se da en la base lunar es impecable, y esto se agrava aún más a medida que va aumentando la tensión después de que el(los) protagonista(s) van descubriendo los sombríos secretos que viven detrás de las paredes que los cobijan. De hecho, más bien la Luna es un pretexto para enmarcar el ambiente de desolación en el que se ve inmerso Sam Bell (Rockwell). Toda esa soledad va presionando los cascos de oxígeno del minero, hasta meterse en sus entrañas para empezar a desflorar su vida tan vacía y ficticia.

La musicalización a cargo de Clint Mansell es merecedora de un Óscar, así como el guión de Nathan Parker, que es de lo mejor que he tenido el placer de "leer" este año. El primero de estos aspectos le da el ambiente ideal a cada escena, aún cuando ésta puede brillar por el silencio. Cada momento desgarrador, conmovedor, o impactante, lo es gracias al trabajo de Mansell, que a pesar de que repite el mismo track varias veces, lleva a un clímax único, que por supuesto se vale también del final propiamente dicho.

Qué más decir. Es una película para la reflexión. Si la misma NASA se complació con este producto quiere decir que Jones dio en la tecla. Estamos ante un filme profundo, que invita al (auto)análisis, y que explora las inmediaciones del poder ser del humano, junto con sus características. Porque principalmente es eso: un filme humanístico. Recomiendo verla dos veces, porque la visión que se tiene de las cosas una vez se conoce el final es totalmente distinta y reveladora. La verdad, es para mantener en la mira a esta promesa del cine que, aunque sea por una hora y media, nos hace creer que hay vida en la Luna. Y qué vida.


Calificación (del 1 al 10): 9

Editado el 08/03/2010

GANADORA DE 1 PREMIO PALITOH:
- Mejor Actuación Masculina en un rol Protagónico (Sam Rockwell)


viernes, 27 de noviembre de 2009

El blog recibe una mención... pero la debe devolver jaja.

Quiero hacer un parate para agradecer especialmente a Pabela, por otorgarme la mención "Escritos de Oro".

"Me encantan las críticas de Blockbuster! y cuánto creció en tan poco tiempo!, sabe escribir muy bien y es honesto en sus visiones cinéfilas," fue lo que dijo de mí esta crítica a la que leo todos los días (tanto en su blog como en MuchoCine.net) y que me cae muy bien (jaja no es por interesado, en serio).

Tengo entendido que no me puedo quedar con esta cosa - a pesar de que ya la pegué al costado del blog y ahí se quedará - y que debo pasarla a quien yo considere merecedor de la misma, por lo que, sin ánimos de destacar a unos sobre otros, se la daré al escritor que más me complace leer. Y ese es Santi, de "Videa bien, hermanito. Videa bien."

No sé si me merezco la mención de Pabela, pero Santi seguro que la merece, por su tan objetivo criterio para comentar films - con lo difícil que es eso - y su calidad de escritura, sin faltas ortográficas y una muy buena selección de términos que hacen mucho más llevadera la lectura. Y principalmente porque el tipo tiene la habilidad de hacerme ver todas las películas que critica, las apruebe o no.

Debo comentar (¿debo?) que también muy pronto visitaré una radio local para entrevistarme con un grupo de periodistas que por lo visto no tienen nada más interesante que poner al aire y me van a preguntar sobre mis espacios de "perdiodismo independiente", ya que -según ellos- me consideran un 'vanguardista local' en ese apartado (imaginense lo mal que estará mi ciudad jeje). O quizás simplemente sea una broma de algún colega que me quiere elevar la autoestima. Uno nunca sabe.

Así que dicho esto, me retiro a ver "Moon", para traerles la crítica, ni bien pueda.

Saludos a todos mis queridos lectores :D

lunes, 23 de noviembre de 2009

Trick r' Treat.

Entre Jack-o'-lanterns, hombres-lobo, y Sam...

Después de ser premiada y recomendada durante un año entero, se estrena directamente en DVD esta joyita del cine de terror "clásico", que retrata la vida en un pueblo americano que celebra la siempre bien ponderada Halloween o Noche de Brujas. Con una trama narrada al estilo de Crónica de una muerte anunciada o Pulp Fiction, esta obra escrita y dirigida por Michael Dougherty, un tipo que creció con el fetiche de estas festividades heredadas de los celtas, va conduciendo por un camino plagado de sustos bien logrados y terror encicloplédico.

De esa forma se desarrolla esta película de 82 minutos de duración, siempre respetando los orígenes de Halloween -con unos protagonistas bastante exagerados en la implementación de estos mecanismos de significación perdidos en el tiempo y espacio- y rindiéndole tributo a las viejas historias de hombres-lobo, zombies, brujas y vampiros. Con una fotografía preciosa y macabra, el director va encajando las historias con la mencionada estética clásica, que hace que -además de tener como contraparte una anacronía palpable- se sienta lo que se está contando con muchísima atención, tomándose el filme quizás hasta más en serio de lo que se debiera.

Con actuaciones demasiado creíbles y unos escenarios intachables, Trick r' Treat condimenta la esencia de sus cuatro o cinco historias con un ritmo característico y bastante original, pero sin perder de vista los clichés que fueron demolidos por la nueva camada de creadores desempeñados en este género. El espectador se deleitará con escenas tensas y oscuras llevadas adelante por un grupo de actores que realmente se encarnaron en estos variopintos personajes, que van desde niños traviesos hasta femmes fatales que se devoran literalmente la pantalla con sus cuerpos disfrazados de hermosos efectos especiales.

Como punto en contra se podría apuntar la corta duración, ya que llegado a un punto el filme cobra cierta velocidad que hace que uno anticipe lo que está por venir y se desilusione con un final inminente (por más de que fracase en el intento de descifrar el desenlace). Los amantes de historias más "creibles" deberían girar la cabeza hacia otra parte y buscar otros títulos, ya que la identidad del adorablemente terrorífico Sam les dejará un sabor amargo en la boca.

Aún así, es difícil encontrar películas como éstas. Quizás no sea lo mejor del año, pero sin duda sirve para demostrar que no todo está perdido en el género de los gritos, y que por fin alguien se anima a hacer vivida una experiencia semejante a The Nightmare Before Christmas.


Calificación (del 1 al 10): 8

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Zombieland.


La corrupción del mata-zombies.

Es sabido que se ha creado todo un subgenero dentro del subgenero de zombies, y ese es el de la comedia terrorífica basada en zombies. Sí, suena insoportable, pero es así. La creatividad, el buen gusto para el humor ácido y, principalmente, una buena caracterización, debieran ser -a criterio de este servidor- los condimentos indispensables para encarar un proyecto que intente posicionarse entre el grupo selecto que tiene a la exquisita Shaun of the Dead como referente o modelo a seguir.

Quizás el error más grave sería comparar a Zombieland con aquella película de Edgar Wright, ya que esta última sentó las bases para el mencionado subgenero, indiferentemente del orden de creación de dichas producciones.

Zombieland es, por lo menos en estos días de euforia "box officera", un filme aceptable, con ciertos rasgos característicos que la hacen defendible sólo si se la mantiene en esa delgada línea de estupidez por la que recorre, jactándose de ser graciosa y aguda. Las interpretaciones actorales de Jesse Eisenberg (una versión más canchera de Michael Cera, aunque no sabría decir quién copia a quién), Woody Harrelson, Emma Stone y Abigail Breslin (¿esta es la adorable niñita de Signs? Increíble) son buenas, pero lejos están de construir un grupo tan épico como el de Simon Pegg y compañía. Y aquí es donde hay que detenerse a analizar qué ha hecho el grupo dirigido por Ruben Fleischer.

Tal vez estemos ante una parodia del cine zombie, o una oda a los video juegos al estilo Redneck Rampage, o simplemente una fallida producción que se mofa de unos efectos especiales muy buenos y un ritmo frenético de acción violenta y ¿cómica?.

Plagada de estereotipos (el sonso que conoce al rudo delirante, que encima se topa con la hermosa chica mala y su no tan dulce hermanita menor), y con un estancamiento sobre la mitad que la conduce hasta el borde del bodrio (patética la escena de Bill Murray haciendo de él mismo), esta producción es tentadora desde su comienzo tan posmoderno de presentar la trama, sentándose en las "reglas" que sigue Columbus (Eisenberg) para ser uno de los pocos sobrevivientes de la ex-Tierra ahora devenida en "Z-land".

Para ir englobando un poco la cuestión, podríamos decir que estamos ante una trama que traza un curva ascendente en la primera media hora, para descender violentamente (casi tanto como la escena de la mujer saliendo despedida de su auto) en la mitad, y elevarse un poquito en el clímax.

Harrelson sabe hacer papeles como éstos, por lo que quizás sea uno de los pilares de esta historia tan pop. Su personaje es una clara corrupción del mata-zombies admirado en la cultura popular americana, y se deja llevar por esa fachada de ganador al que le importa más devorarse un Twinkie en vez de desatar una furia contenida a causa de su dolorosa pérdida.

En fin, como bien apunta Eisenberg en una escena, "todo es muy duro en Zombieland", pero nada ácido y mucho menos terrorífico. Nos quedamos simplemente con un filme atractivo que no nos hará nada de daño si nos lo perdemos.


Calificación (del 1 al 10): 5,50

domingo, 15 de noviembre de 2009

Críticas de Blockbusters: Signs

Crónica de un clásico sin querer.

Caminando entre los pasillos del videoclub habitual, servidor pasea apresurado en busca de la película que le había prometido a su fiancée, Trick r' Treat, para irse rapidamente de allí. Llega al mostrador y le pregunta al empleado: "Truco o trato, ¿está?"... "¿Cuál es esa? No la conozco". Asombrado por la respuesta de un tipo que siempre lo sorprende por su conocimiento cinéfilo, servidor se dispone a recordar cómo era la maldita traducción de la película en su país.

Luego de un rato recorriendo los anaqueles, habiendo fracasado en su empresa de recordar la traducción, servidor empieza a cabrearse, hasta finalmente encontrar la cajita con el nombre correspondiente ("Terror en Halloween", a veces me pregunto quién es el malnacido que le pone esos títulos tan obvios). Nota con bronca que la fichita que denota la disponibilidad del DVD brilla por su ausencia, por lo que vuelve a preguntar al mostrador. "No está, la alquilaron," contesta el empleado.

- "Resplandor"
-"No lo tengo en DVD"
- "(¡¡¿¿¿WTF???!!), entonces Teeth"
- "Alquilada"
- "La maldición de las hermanas"
- "Alquilada"
- "La profecía del no nacido"
- "Alquiladas todas"

Ante tal rotundo fracaso, servidor se dirige a la sección "Clásicos" (ignorada por el ojo grosso de la gente que busca divertimentos aptos para pasar la lluvia que arreciaba Posadas el sábado por la noche) y comienza a buscar, rechazando visionados como Exorsist, Rosemary's Baby o Psycho. De repente, ante sus ojos se presenta una cuenta pendiente de muchos años: Señales (Signs, 2002), con Mel Gibson.

"Me llevo ésta. La tenés, me imagino", servidor sugiere, ya un tanto molesto.
"Si", contesta el empleado con una sonrisa, quizás recordando la última vez que al muchacho que tiene en frente la había pasado algo parecido, cuando luego de once títulos rechazados se terminó llevando Rose Red.

Una vez en casa de su fiancée, servidor se dispone a ver la película tranquilo, y concluye lo siguiente:

"Si de clásicos vamos a hablar, quizás esta película de M. Night Shyamalan no sea la adecuada para semejante grupo de renombrados. No obstante, la forma en la que está dirigida es espectacular, y contiene un alto grado de realismo gracias a las interpretaciones de Mel Gibson, Joaquin Phoenix y la adorable niñita, Abigail Breslin.

En un contexto rural, un hecho misterioso desencadena muchas dudas en el corazón de una familia arrasada por la ausencia materna, y cuyas creencias o sentimientos se ven puestas a pruebas con total facilidad ante cualquier situación extrema. Que ese hecho concreto esté ligado a la vida extraterrestre es aún más perturbador, sobre todo porque en este épico film no se da lugar a demasiada ciencia ficción típica del género de los aliens, sino que incluso se hace una burla moderada de esta ("Wow, parece La Guerra de los Mundos," Phoenix dixit) mediante recursos que le dan un toque de credibilidad impactante.

El final no es de lo mejor que se podía llegar a hacer, pero Shyamalan crea una atmósfera de suspenso que no deja indiferente al espectador, y que encima no deja a uno despegarse de la silla. Quizás hubiese sido mejor no ser tan explícito, quedándose con ese revoltijo de ideas rondando en la cabeza del protagonista.

Un punto negativo es la forma en la que se ridiculiza a la gente del campo, dejándola como ignorantes que se doblegan ante todo aquello que supere su coeficiente intelectual (¿Había necesidad de ponerles esos gorros tan tontos?), ya sea referido a la teología o a las teorías de conspiración que tanto paranoiquean a los estadounidenses.

No será el mejor papel de Gibson, pero sin dudas verlo quebrar en llanto por las situaciones que lo preceden es mucho más gratificante que toda la hemoglobina que se gasta en sus obras como director.

El clima que tiene la historia es el adecuado, y el contexto el ideal, ya que estamos ante una invasión alienígena vista desde la mirada del campesinado; propuesta muy original por parte del director de Sexto Sentido.

Recomendación: no verla después de haber visto Scary Movie 3. A servidor le pasó tener a su fiancée riendo sin poder contenerse durante los primeros diez minutos, sin parar, para luego por fin quedar atrapada por la trama, resumiendo que la película era 'interesante'."


Calificación (del 1 al 10): 6

viernes, 13 de noviembre de 2009

9

Rápido y tedioso: reto en el apocalípsis.

Hace poco más de cuatro años, Shane Acker realizó un corto denominado 9, que trataba sobre la hazaña de un muñequito de trapo luchando con una máquina que se había cobrado la vida de su amigo. El corto fue nominado al Óscar, y por su estética atrajo la atención del reconocido director Tim Burton, por lo que éste decidió producir un largometraje basado en la joyita creada por Acker con nada más que el programa Adobe.

Sin duda esto fue un error, ya que por más de que sea interesantísimo el contexto apocalíptico en el que se desarrolla la película, nos encontramos ante una versión extendida de aquella cinta, que encima no cumple con lo que tanto se prometía.
Tenemos una historia contada a las apuradas, para focalizarse únicamente en la acción -- con unos efectos especiales impresionantes, por cierto -- y en el desenlace de una trama casi inexistente a causa de la velocidad del filme.

Elijah Wood le pone la voz a 9, mientras que el resto de los desventurados muñequitos también son representados por las voces de reconocidas estrellas, como pasa con 1 (Christopher Plummer), 5 (John C. Reilly) , 6 (Crispin Glover) y 7 (con la hermosa Jennifer Connelly).

Se le da mérito a la producción por semejante puesta de animación, pero la historia realmente opaca todo intento de deslumbrar al público con dichas cualidades. Cuando empezamos con una interesante escena de descubrimiento de la vida por parte de 9 -- una suerte de héroe que llega al mundo para concientizar a sus compañeros sobre la lucha, la esperanza y la autoestima -- de repente nos vemos en una especie de persecución terrorífica que saca completamente de contexto el clima que se venía obteniendo cuando el protagonista conoce a 2.

Lejos de ser una película infantil, 9 plantea ciertas dicotomías por parte de unos personajes que se encuentran en un mundo de post-guerra, solos y con la responsabilidad (rebuscada) de "salvar a la civilización". Dichas dicotomías no van más allá de la típica reflexión entre "pensar o hacer", "esconderse o luchar" que muy dificilmente llegue a dejar algún tipo de enseñanza a algún desprevenido que se detenga a ver este factor.
Para colmo de males, luego de toda una hora de film oscuro, tenemos un final sentimentaloide y completamente cursi, que tira abajo todo lo "logrado" hasta el momento.

En resumidas cuentas, hubiese sido bueno quedarse con el corto, pero parece que a Burton le atrajo lo que podía llegar a vender este tipo de proyectos.

En lo que a mí experiencia respecta, es decir, saliendo de lo poco objetivo que se puede ser en estos comentarios, me aburrió sobremanera este film, quizás por la hora en la que lo ví (cerca de las 23:00 hs, un miércoles). Sin dudas es una de las decepciones que me dejó este año.


Calificación (del 1 al 10): 5

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Buscando a Arjona


Cuando la trama supera a la técnica.


Una errónea doctrina maquiavelica sostiene que "el fin justifica los medios". Y por muy fea que suene esa frase, en este caso es perfectamente aplicable y entendible. Quizás no estemos ante una gran producción, ni mucho menos ante una demostración de buena actuación, pero la historia de este corto documental va más allá de sus recursos o sus técnicas, siendo poseedora de una trama conmovedora que revela, principalmente, el amor en todos sus estadíos: tanto en una relación quebrada por las "pelotudeces" de la vida, como en la tan apreciada amistad.

Todo se centra en una dolorosa experiencia como la que es perder al ser amado. Pero no "perderlo" en el sentido mortuorio, sino porque éste otro (indiferentemente de su sexo) haya decidido que la relación no da para más. Eso es lo que le pasa a Diego "Zurdo" Molina, que no puede soportar la ausencia de su amada Cecilia, por lo que realiza una de las hazañas más gloriosas de su vida.

La historia, según parece, es real. Y es eso precisamente lo que pone a esta historia por encima de otras obras como Shakespeare Enamorado o Titanic (si, ya sé, es una exageración aberrante e imperdonable, pero piensen un segundo si ustedes lo harían). Realizada precariamente en formato mockumentary -- teniendo en cuenta que hay escenas que obviamente son actuadas, y de pésima manera, cabe aclarar -- pero conservando el tono casero que le dio el prestigio popular digno del que tiene, habiendo pasado por todos los medios de prensa argentinos como una proeza más de un enamorado, cuando en realidad se está ante toda una propuesta hacia la comunidad para animarse a luchar por lo que uno ama.

Voy a ser honesto, deseo que existan muchos Daniel Molina en el mundo, para que se empiece a luchar por las cosas realmente importantes, sin importar lo que eso cueste. De hecho, refiriéndose a este último factor (el del maldito dinero), los protagonistas -- cuatro amigos, entre los que está el héroe, la amiga del héroe, el que todo lo registra con su cámara (esto si vale la pena grabar todo el tiempo, no como en Rec) y un estereotipito metido de contrabando de la mano de Ricardo Tamburrano (actor teatral conocido en este ambiente) -- bromean con su suerte de "presupuesto" para el proyecto: una suma de no más de $150 que se dividen entre tres cafés y una parrillada donde come el cantante Ricardo Arjona, el foco de la misión llevada a cabo por Daniel.

Bastarán 30 minutos (ni eso) para que los romanticones se ablanden con esta historia de amor, entrega y decisión por parte de un ciudadano común, movido por sentimientos nobles y humildes, sin faltarle el respeto a nadie ni recaer en engolosinadas escenas como las que suelen ser fuente de recurso para este tipo de género. Gloriosas las escenas de expectación por parte del protagonista cuando está a punto de cumplir su cometido.

Aunque algunos lo tomen por el lado de lo romántico, también se puede disfrutar como divertimento, ya que por momentos hace a uno recordar aquel formato televisivo llamado Sorpresa 1/2 (los argentinos sabrán de que hablo).

Les advierto que no estamos ante una película propiamente dicha, sino a un simple proyecto de un grupo de gente que quiso contar esta historia verídica desde este punto de vista.

Cabe resaltar un bonus adicional dentro de todo el material, que es la pregunta a la que incita el corto: ¿Qué serías capaz de hacer para recuperar lo perdido?. En respuesta a esto, reconocidas persanalidades de la Argentina dieron su testimonio, lo que le da el doble de mérito a este muchacho porteño.

Recomendación: Que los novios vean este filme con sus novias a conciencia, ya que después se pueden encontrar con reproches tales como "¿¿¡¡vos harías eso por mi!!??" o cosas por el estilo. A servidor no le pasó, pero puede que le pase cuando lo comparta con su amada. Así que están advertidos.

Deleitense con esta obra corta y concisa. Heroísmo de la mano de un romántico dispuesto a todo con tal de tener lo que quiere: recuperar el amor de su vida. Y no se necesitaron millones (ni miles siquiera) para hacerlo.

Para verlo, ingresen a la página oficial de la película, donde encontrarán todo lo que les estoy comentando, e incluso le pueden dejar un comentario al realizador.

Calificación (del 1 al 10): 7

lunes, 9 de noviembre de 2009

Especial: I wanna play a game.

En el 2005 una amiga me dijo durante la clase de Preceptiva Literaria: "No sabés la peli que vi ayer... ¡¡tremenda!! Te va a encantar." Y así fue, por su terror psicológico y ser bastante cruenta en sus imágenes combinadas con el relato cautivante que tiene.

La cito alegando que dio en la tecla cuando me recomendó Saw, una cinta en la que nos encontrábamos con dos desgraciados encadenados en un baño inmundo, desprovistos de comunicación con el exterior, y la compañía del cadáver de otro desgraciado que se voló la cabeza en ese preciso lugar por tener "tanto veneno en la sangre". Unos grabadores le decían qué debían hacer para "salvarse", y así sucesivamente.

Hoy, a más de cinco años del estreno oficial de esa película que a mí me había llegado casi un año después -- a meses de su secuela --, nos encontramos con la sexta parte... si, la sexta parte (no, no es Harry Potter). "¿Y cómo llegamos a una sexta entrega? Que bodrio," dirán algunos... pues no. Muchos me querrán meter en algunas de las máquinas diseñadas por el temible John Kramer, alias Jigsaw (interpretado por un correcto Tobin Bell, a esta altura, del calibre de personajes como Jason, Freddy, Hannibal Lecter, etc), pero tengo que decir que, para mí, esta es una genialidad de Hollywood, que reivindica el buen terror a base de -- para qué negarlo -- herramientas más que atrayentes (marketineras, aunque creo que no llegaron a salir los muñequitos ni las réplicas en miniatura de los "juegos") como el gore, la pornografía, la psicología a lo Stephen King y, por supuesto, el sustito programado y hecho para el querido consumidor.

Para entender filmes como éstos, en los que trabajaron alrededor de cinco guionistas y cuatro directores, hay que considerar los matices argumentales por sobre la estética gore que invade la pantalla, grande o chica. Muchos cometen el (entendible) error de poner la sangre y el morbo por encima del "mensaje" que manda el protagonista, creado con mano de cirujano por parte de los escritores de esta escalofriante historia. Lo cierto es que hay todo un mundo de diálogos exquisitos entre tanta carnicería (que aún así no supera a la desagradable Hostel de Eli Roth).

Qué les parece si hacemos un paneo general de lo que fue esta saga, que en teoría ha llegado a su fin esta semana, con el estreno de Saw 6.

Saw (2004)

¿Quién olvidará esa mítica escena en la que el Dr. Gordon (Cary Elwes) deduce que los cerruchos no son para las cadenas? ¿O el primer "Hello... I wanna play a game"? ¿O lo doloroso que fue para Amanda (Shawnee Smith) escuchar que la llave para abrir esa inmensa trampa de oso invertida en su cabeza estaba en el estómago de su compañero "muerto"?

Sin dudas, uno de los mejores films de terror de la década. Con una trama intensa, unos diálogos cautivantes, y un final ES-PEC-TA-CU-LAR en el que los que no la vieron podrán poner a prueba sus dotes de detective, aunque -- como la mayoría -- fracasarán rotundamente en el intento.

Dirigida por James Wan, con quién también escribió el actor protagónico Leigh Wannel. Para muchos, el mejor dueto detrás de cámaras de toda la saga, y servidor coincide rotundamente.

Inolvidable.

Calificación (del 1 al 10): 10


Saw II (2005)

Ya en esta secuela vemos un dejo de ironía para con los Reality Show, ya que dejamos los baños para pasar a una casa entera en donde ocho son los desgraciados que se ven expuestos como conejillos de india frente a unos impotentes efectivos SWAT que atraparon a Jigsaw en su guarida, aunque éste lo haya hecho a propósito.

Para nada comparable con su precuela, pero con la misma intensidad y un poco más de sangre brotando de esos cuerpos lastimados. Para los fans de la saga, esta película tiene las muertes más "creativas" o "artísticas" de toda la saga.

Dirigida por el jóven Darren Lynn Bousman, de tan sólo 27 años de edad, quien para muchos es el director más gráfico que tuvo esta entrega de seis sangrientos tomos. Wannel volvió a colaborar en el guión.

Gracias al espectacular final, la película se salva de ser una insulsa secuela, pero eso no quita que sea aceptable y se espere una obvia tercera parte. Aquí se comenzaba a olfatear una saga, aunque muchos soñábamos con una simple trilogía.

Calificación: 7

Saw III (2006)

La más fuerte de todas. Ya tocamos fondo con el morbo-porno a pleno, y una memorable cirujía de cráneo en primer plano que hace a uno retorcerse de dolor. Un film mucho más denso en cuanto a entramado, y con un aire depresivo por la prueba que tiene que atravesar el protagonista mientras una doctora trata de mantener con vida a Jigsaw, que padece un cáncer "inoperable".

El final majestuoso con vuelta de tuerca incluída ya es cortesía de la casa, y gracias a que se repite la fórmula Bousman-Wannel se mantiene la idea general de lo que venía siendo la historia.

Al igual que en la primera, nadie podrá descifrar el desenlace de esta historia con un nuevo final abierto.

Para mí, la más violenta de toda la saga. Y es la única que da "miedo" de verdad, aunque esto es demasiado relativo dependiendo de quien la mire, obviamente.

Calificación: 9



Saw IV (2007)

Ya entramos a otro tipo de film. No sólo porque cambia todo el equipo de los que están detrás de cámara, sino porque -- dadas las circunstancias -- es imposible seguir con el tipo de trama de las anteriores tres entregas. Ahora de film de terror pasamos a policial negro con tintes de thriller.

La policía es la protagonista, intentando descifrar las tramas del desaparecido John Kramer.

Por supuesto, esta película ya se puede denominar "rebuscada", aunque estamos ante la más rica en contenido argumental, por sus idas y vueltas y un entrelazado de historias casi imposible de seguir si no fuese por los benditos flashbacks que van hilando todos los hechos de una manera admirable.

Ahora son Patrick Melton y Marcus Dunstan los guionistas, quienes se quedan hasta el final de la saga. Junto con la dirección de Bousman, la última, crean el capítulo más interesante de toda la serie, con un relato incomprensible desde la anacrónica y prolífera escena de la autopsia hasta el excelente final. El suspense invade la pantalla, y la tensión y la sorpesa van de la mano en este no tan sangriento (quizás sea el menos sangriento) episodio.

Calificación: 8


Saw V (2008)

La paciencia de los no tan fans aquí ya se ha colmado, aunque era evidente que se iba a ser una secuela más (desde la cuarta película se divulgó la idea de que serían seis las entregas). Ahora seguimos más policiales y más thrillers que nunca, aunque sin dejar de lado la sorpresa.

De este filme no hay mucho para decir, ya que solo es una transición entre la cuarta y la sexta entrega, como pasa con la mayoría de las anteúltimas partes.

El novato David Hakl nos deja en bandeja el desenlace de la historia con una nueva vuelta de tuerca hacia los últimos minutos de la película. Pero nada más allá de eso. Es la menos "Saw" de todas. Aunque no se puede negar que la imaginación y la creatividad de los creadores es increíble.

Calificación: 6



Saw VI (2009)

Llegamos a lo que nos compete: el final.

Sin duda estamos ante una errónea finalización de la historia, ya que lamentablemente la extensión de la saga hizo que muchos fans no muy atentos se pierdan de ciertos matices que nos llegan en formato de flashback nuevamente. El ritmo de la película es intenso, aunque por momentos no parece ser Saw lo que estamos viendo. Vuelven las capturas del espeluznante cerdito, y se atan todos los cabos sueltos dejados por el camino. Se revela un nuevo enemigo de Jigsaw (que ni tendríamos en cuenta, porque es un personaje nuevo), el verdadero, que revela la verdadera causa por la que el viejo se puso a "rehabilitar" gente.

Después de la tercera -- con la que está muy ligada --, es la más violenta de todas, con un comienzo estremecedor y un final que no decepsiona.

Es difícil explicar más que eso ya que uno no quiere hacer Spoiler, pero la recomiendo ampliamente para que vean de qué trata.

Calificación: 6



En resumidas cuentas, estamos ante una saga memorable, que quedará por siempre como una de las películas de terror más interesantes de la historia del género. La creación de un personaje tan aterrador como un simple ciudadano movido por una causa "justa" y la lucha contra su propio cáncer, símbolo del que tiene impregnada la sociedad entera por sus locuras y sus infiernos, sin duda es lo más acertado de todo. Su antísesis es el hecho de habernos tenido que acostumbrar a actuaciones inverosímiles y bastante planas.

Aunque los momentos finales de cada uno de los films, con la música de Charlie Clouser sonando de fondo, son impagables.

Para los amantes del género, es una historia imperdible. Para los demás, no tanto, aunque sí es recomendable.

No me extrañaría que quisieran engordar más la historia con fines de lucro, lo que arruinaría aún más esta saga, que después de un final tan poco sorprendente hace a uno pensar "Se hubiesen conformado con la primera y ya."



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