Mi documental "A Fanatic By Choice"

domingo, 22 de septiembre de 2013

This Is The End

Título: This Is The End
Dirección: Seth Rogen y Evan Goldberg
Guión: Seth Rogen, Evan Goldberg y Jason Stone
Género:Comedia
Duración: 107 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2013
Reparto: Seth Rogen, Jay Baruchel, Jonah Hill, James Franco, Craig Robinson, Danny McBride, etc 

Todos los comediantes van al cielo


Si de buenos guionistas comediantes vamos a hablar, es imposible no mencionar a la dupla conformada por Seth Rogen y Evan Goldberg, creadores de dos gemas como Superbad (2007) y Pineapple Express (2008), que ahora debutan en la dirección con la desmadrada pero divertidísima This Is The End. Esta película se basa en la auto-parodia y en la incorrección política, típica de las anteriores obras ideadas por el dúo en cuestión, para llevar adelante una historia apocalíptica y llena de palos a Hollywood.

Lo mejor y más novedoso del filme es tener a Seth Rogen, James Franco y Jonah Hill haciendo de ellos mismos junto con el resto de estrellas, muchas de las cuales actúan sus propias "muertes" en un desmadre total filmado con gran pulso y ritmo por parte de Goldberg y Rogen. La inverosimilitud de la propuesta hace aún más atractivo este juego de roles y auto-crítica, agregando además la burla al afan tremendista que tomó Hollywood en los últimos años con sus tramas del fin del mundo, y a la autosuficiencia academicista en la que están sumidos muchos de los que forman parte de ese ambicioso star system. 

Así, tenemos momentos deliciosos como Hill hablándole a Dios en una plegaria que comienza con "aquí Jonah Hill, de Moneyball"; Danny McBride criticando la credibilidad de un relato a Franco y Hill, siendo que "son nominados a un Oscar"; o un paparazzi diciéndole a Rogen "siempre hacés los mismos papeles en todas tus películas"; y un largo etcétera.
El in crescendo dramático va en un balance perfecto con el histrionismo de los actores-personajes y la comicidad todo el tiempo tiene lugar. Eso pone las reglas del juego en un punto que escapa totalmente a las posibilidades de tomarse en serio la trama, pero esa estupidez a conciencia es totalmente aceptada una vez que se logra el clima y uno se mete de lleno en lo que sucede en pantalla. 

Además, Rogen y Goldberg no juegan a los directores, sino que se toman muy en serio los tiempos y el tono. De hecho, la mayor parte del tiempo en la película transcurre dentro de la supuesta mansión de James Franco, con un minimalismo y una claustrofobia muy bien trabajada y fotografiada. Todos los chistes son eficientes en ese contexto, y recién cuando los protagonistas salen al exterior se enfrentan con el momento más flojo de la historia. 
No obstante, si bien esa secuencia no es la más lúcida, todo se corona con un brillante final con músicos de la era pop noventosa incluidos. Sin dudas un cierre disparatadísimo y a la altura de lo que se podía esperar: pura clase de comedia por parte de la dupla de directores. 

Para los nostálgicos, vale apuntar el encuentro de los actores de Superbad, sólo con un chiste momentáneo pero muy bien llevado, así como también las constantes aluciones a Pineapple Express, incluyendo una recreación actuada y todo. Un disfrute total, distintivo de la casa.


viernes, 20 de septiembre de 2013

Grown Ups 2

Título: Grown Ups 2
Dirección: Dennis Dugan
Guión: Adam Sandler, Tim Herlihy y Fred Wolf
Género:Comedia
Duración: 101 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2013
Reparto: Adam Sandler, Kevin James, Chris Rock, David Spade, Salma Hayek, Steve Buscemi, etc


Impune mal gusto

Texto originalmente publicado en La Mirada Indiscreta
 
Debo reconocer que para mí, Happy Madison -la productora de Adam Sandler-, es una factoría de placeres culpables. Allí está siempre en el cable la filmografía de Dennis Dugan o Peter Segal, con Sandler poniendo la cara, para engancharme a cualquier hora del día en cualquier momento de la semana. Lo banco mucho a Sandler. Creo que es un comediante-autor, con una visión muy marcada del mundo, repitiendo casi siempre el mismo personaje porque así reafirma esa mirada.
Así como tuvo sus papeles típicos, Sandler también supo demostrar que cuando es comandado por un buen capitán detrás de cámara, hace cosas muy buenas, como en Punch-Drunk Love (Paul Thomas Anderson, 2002), Reign Over Me (Mike Binder, 2007), Funny People (Jud Apatow, 2009) o incluso sus obras más cercanas como Click (Frank Coraci, 2006) o 50 First Dates (Segal, 2004). A eso le sumamos sus clásicos Happy Gillmore (Dugan, 1996) y Billy Madison (Tamra Davis, 1995) y creo que ya quedó claro, ¿no?

Sin embargo, tristemente, Sandler ha decaído a una velocidad estrepitosa en estos últimos años de su carrera. Opta por papeles estúpidos, guiones pobres y películas vacías y auto condescendientes, sin ningún tipo de mirada. Y esa anarquía no se trata de una libertad inescrupulosamente genial, como la de un Ben Stiller o un Adam McKay (maestros totales de la nueva comedia americana), sino de un simple descarrilamiento hacia un sinfín de pavadas que no hacen más que minar de argumentos en contra a aquellos que queremos defender una filmografía muy añorada y particular como la de Sandler.

Y en ese contexto arriba a las salas Grown Ups 2, secuela de la ya soporífera primera parte que reunía a todos los compinches de carrera de Sandler con la excusa de hacer una película para reírse entre ellos frente a cámara. Si aquella historia carecía totalmente de una buena narrativa por ser trabajada sin más intención que la de la mera auto-referencia o el lucimiento de los protagonistas (entre los que están Chris Rock, Kevin James, David Spade y Steve Buscemi), ésta sencillamente se desbarata en una interminable sucesión de gags malogrados, situaciones inconexas y hasta mal gusto.

A pesar de lo mala que era, en la primera parte al menos teníamos una historia para presenciar, un hilo narrativo para seguir y hasta si se quiere un motivo sensiblero típico en las películas de Sandler (sí, son suyas; Dugan es sólo una marioneta): un grupo de amigos que se reúnen tras el fallecimiento de su entrenador de la infancia para pasar el fin de semana juntos recordando viejos tiempos.

En esta continuación, en cambio, tenemos a la familia del adinerado Lenny Feder habiéndose mudado a su pueblo natal, donde allí supuestamente tenemos que sentirnos inmersos en el día a día tradicional de cada habitante. El resultado deriva en un chiste peor el que otro, escenas sumamente patéticas y una catarata interminable de idioteces que cualquier montajista en su sano juicio cortaría en la isla de edición. Y todo eso con un público estadounidense colmando las salas (entre las dos partes llevan recaudados ¡casi 300 millones de dólares!), quién sabe por qué motivo, y blindando al comediante y todo su equipo de una impunidad irritable y triste. Triste, insisto, por su entrañable filmografía.

Preste atención, lector. Como todo lo que viene produciendo Sandler desde hace 5 años, lo mejor que puede hacer al ver el póster de una de sus películas en cartelera es alejarse, o quizás hasta correr. Que no viene mal un poco de ejercicio tampoco.

sábado, 14 de septiembre de 2013

VERSUS: magos e ilusionistas

¡Volvió esta sección! Hace mucho no se hacía, así que retomamos la actividad con la temática mágica, aunque en un contexto no-fantástico. En Versus contraponemos dos obras que tengan una similitud, más allá del género. En este caso, dos estrenos:

Now You See Me vs The Incredible Burt Wonderstone

En ambas películas tenemos a trabajadores del entretenimiento relacionado con el ilusionismo, escapismo y la magia en general. La primera es un thriller criminalístico que se pone re misterioso bajo la premisa mencionada, mientras que la segunda es una comedia pura y sincera que aprovecha la temática para divertir y afianzarse al espectador. Los invito a leer las dos críticas, haciendo click en los posters, y finalmente decidimos la ganadora de esta nueva edición de la sección.



Nada por aquí, nada por allá... ¡voilà! La clave es ver de lejos, como dice el personaje de Jesse Eisenberg en Now You See Me, y ahí notamos que una es una estupidez pretensiosa y la otra es una comedia muy amena y bien contada. Dos filmes muy contrastados, incluso por los géneros que los atraviesan, claro está, pero The Incredible Burt Wonderstone por su sinceridad y su claridad pisotea a su rival y es la película recomendable de esta contienda. Ahora, metan a Louis Leterrier en La Caja Caliente y déjenlo ahí arriba hasta que vuelva a dirigir algo decente...


Now You See Me

Título: Now You See Me
Dirección: Louis Leterrier
Guión: Boaz Yakin, Edward Ricourt, Ed Solomon, Boaz Yakin (historia) y Edward Ricourt (historia)
Género: Crimen, Misterio, Thriller
Duración: 115 minutos
Orígen: Estados Unidos, Francia
Año: 2013
Reparto: Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo, Morgan Freeman, Michael Cane, Melanie Laurent, Isla Fisher, Dave Franco, etc


La gran estafa... al espectador, al cine y a la magia

El secreto para que una película de misterio funcione o al menos quede bien, es brindarle al espectador algun indicio para que sepa un poco más que los personajes que buscan develar la trama, y así lograr una complicidad en la que, una vez llegada la resolución, se alcance el impacto adecuado ya sea mediante la catársis de los protagonistas o una vueltita de tuerca que sea más o menos creíble.
Insoportablemente, Now You See Me hace todo lo contrario a lo largo de sus interminables 115 minutos, en los que la histroria se ramifica tanto con un reparto coral inmenso (y lleno de super-estrellas de gran talento) que a lo último todo queda resuelto con un artificio tan estafador y tan tramposo que es casi como un escupitajo a la cara.

Conforme avanza la trama, se va agregando más y más información que sólo juega para el guión. Esto se comprueba con el final, cuando queda en evidencia que todo es un trabajo meticuloso para dejar como un estúpido al que está mirando la película. Lo peor es que no lo logra, porque es todo tan confuso que ni siquiera queda bien claro lo que acaba de pasar. 

Now You See Me es una película sobre magos, ilusionistas, pero no cree ni en la magia ni en el ilusionismo. Cree en la estafa, en el artificio impostado y en el juego hábil de manos (y supuestamente de la mente, pero eso sería muy condescendiente con Leterrier) antes que en la capacidad de asombro por un truco bien hecho. Ah, ojo, pero sí cree en la hipnósis... 

Los personajes principales, un cuarteto de delincuentes (Harrelson, Eisenberg, Franco y Fisher) en un proceso de iniciación que tienen al FBI en vilo por una serie de acometidas delictivas, están muy descuidados y no juegan ningún rol definido. Parecen ser anti-héroes, pero no son más que una mera y burda herramienta para el truco final. El truco de los cinco guionistas (sí, cinco) que tan estúpidamente celebran su hazaña una vez terminada toda la maraña de pavadas.

Y alrededor de esa historia están Morgan Freeman, que no sabemos bien qué papel juega, y la dupla de policías de Mark Ruffalo y Melanie Laurent, que además de ambigua está en una tensión romántica constante (sugerida en guión, con diálogo y todo... sí, así de grasa es la película) y que al final tienen que poner la cara cuando todo se fue al carajo y no hay retorno. También está Michael Cane, quizás en el papel más desaprovechado que le tocó interpretar en toda su carrera, que también es engañado. 
Todos son engañados, todos somos engañados. Incluso en el clímax, los cuatro ilusionistas también son engañados. Una estupidez gigante, hecha con un presupuesto inmenso, filmada de forma horrible (Leterrier, ¡dejá quieta la cámara, viejo!) y fotografiada para que parezca que en el proyecto paticipó Wally Pfister, cuando en realidad es el grosso de Larry Fong; otro desaprovechado. El reparto, un lujo en sí, hace lo que puede, pero está también malgastado a niveles inconmesurables. 

Now You See Me se toma muy en serio, y es soberbia a más no poder. Al terminar la película casi se pueden escuchar las risas burlonas de Leterrier y su crew por lo que acaba de hacerle al espectador. Y lo peor es que la historia se cree una bofetada pensante, cuando en realidad no es más que una estupidez gigante, imposible de creer, inverosímil a más no poder y burda, muy burda y tonta. Y esto solo es porque nunca se tomó el trabajo de acordarse del espectador y hacerlo partícipe del artificio, mostrarle un poco los hilos en el algún momento y no intentar lucirse como si fuera el truco más grande hecho en mucho tiempo.


The Incredible Burt Wonderstone


Título: The Incredible Burt Wonderstone
Dirección: Don Scardino
Guión: John Francis Daley, Jonathan M. Goldstein y Chad Kultgen (historia)
Género: Comedia
Duración: 100 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2013
Reparto: Steve Carell, Steve Buscemi, Jim Carrey, Olivia Wilde, Alan Arkin, James Gandolfini


No es otra tonta película de magos

El arte de entretener está cambiando, como su público. Esa es la premisa inicial de la que se agarra el correcto guión de Goldstein y Daley para armar una película cómica como Dios manda, donde los actores se divierten y nos hacen divertir. The Incredible Burt Wonderstone no es una genialidad, pero su intención de mostrarnos constantemente el artificio de forma amigable, invitándonos a participar de la ceremonia mágica (que no es más que el entretenimiento en sí, en busca del factor sorpresa), la hace una película tan querible como la historia que cuenta.

El regreso a la pantalla de Steve Carell y Jim Carrey juntos desde Bruce Allmighty (2003), a pesar de que no comparten muchas escenas, es digno del visionado. Puede incluso parecer un poco desaprovechada la fórmula, pero realmente la historia no necesita de esa química, aunque no lo crean. Si a eso le agregamos el discreto pero hilarante aporte de Steve Buscemi, la belleza y soltura de Olivia Wilde, y el bonus nostálgico que nos trae ver a James Gandolfini en una de sus últimas actuaciones antes de morir, la propuesta sólo se pone mejor. 

No esperen una gran película, pero sí varios momentos muy cómicos, sobre todo cuando Carell, aunque le cuesta, hace gala de ese histrionismo disparatado suyo tan característico. En paralelo, Carrey también vuelve a su humor más corporal y ofrece una actuación genial, haciéndose extrañar cuando no está en pantalla. El contrapunto lo pone Alan Arkin y una extraña participación, aunque tiene un gag mortuorio que vale toda la película. 

Una historia muy bien contada, sin pretensiones y que además es sincera con el público y consigo misma, sin tomarse demasiado en serio, pero haciéndolo lo suficiente como para darle fuerza al relato. The Incredible Burt Wonderstone es de esas comedias que pasarán desapercibidas pero aquellos que se topen con ella se podrán jactar de un par de risas bien logradas por el no tan conocido Don Scardino, quien resuelve todo con una incorrección política muy bien disfrazada. Como los trucos de los magos en pantalla.


miércoles, 4 de septiembre de 2013

Emmerich, ¿autor incomprendido o un auténtico imbécil?

En el marco del estreno de White House Down, una nueva ocurrencia de este alemán americanizado, exploramos los puntos en común en su obra para ver si encontramos alguna nota de autor o simplemente confirmamos que es un inepto que no aporta nada al cine.  Eso, o quizás simplemente sea un manifiesto de repulsión a toda su filmografía... para qué les voy a mentir.   
Creo que detesto a Roland Emmerich. Es más, no creo: lo detesto. Su cine es intrascendente y no lo entiendo, no por ser algo incomprensible o superior, sino porque realmente no sé para qué hace esas películas. No comprendo la finalidad de exaltar un patriotismo no correspondido, ya que es un alemán filmando películas estadounidenses, ni la casi patología de sentir que en sus manos tiene la posibilidad de materializar cinematográficamente (digamos) la destrucción de una sociedad contemporánea.
Tampoco entiendo por qué dejó de hacer películas de ciencia ficción de temática espacial tales como Stargate o Universal Soldier, para pasar a ensañarse con el planeta Tierra de una forma tan burda, con ciertos paréntesis en su filmografía que son por demás pésimos. Con esto último me refiero a The Patriot, producto hecho para los Oscar; la épica prehistórica 10,000 B.C., una película aburridísima y muy mal narrada; y por último, su más reciente trabajo, la extraña Anonymous, un intento de polemizar con la autoría de Shakespeare, con un corte de época que aún así –hay que reconocer- quedó muy bien.     

Pero ya que hablamos de autoría, vamos a preguntarnos sobre esto al hablar del cine de Emmerich. Porque cuando un director, que encima en muchos casos escribió sus guiones, reitera mucho una temática se suele hablar de la noción de autor, porque quizás nos quiera estar contando algo. ¿Se puede decir que este realizador alemán es un autor? ¿De qué habla el cine de Emmerich?     

Básicamente, y en un análisis muy superficial, habla de imperios, de sociedades gigantes, de la nueva Roma: Estados Unidos. Las ciudades de New York y Los Angeles, en muchos casos mostrados como escenarios inamovibles y ejemplos de urbe (no importa si todo el mundo está en problemas, la acción se centra ahí), son destrozados por fenómenos naturales, en muchos casos demasiado rebuscados como para siquiera incluirse dentro de la idea de “natural”. Y así, el imperio se ve completamente arruinado, y sus habitantes, representados por un grupo de protagonistas sobrevivientes, comienzan su camino de redención y aprendizaje mediante epifanías surgidas por el renacer de las cenizas. Fin. Si eso es cine de autor, queda a criterio de cada uno.     

También se puede dividir claramente en dos partes la filmografía del loquillo de Roland: una, la del director interesado en lo que está fuera de nuestro alcance terrestre, con mucha tecnología y escenarios ficticios tomando protagonismo en sus producciones; y otra, la del director que usa la Tierra como una maqueta de pruebas y va imponiéndole diferentes formas de destrucción. Como hablamos de casi 15 películas (hay una que está en el horno, a punto de salir, también referida a un fenómeno catastrófico), nos vamos a centrar en su etapa destructora: Independence Day, Godzilla, The Day After Tomorrow y 2012 (acá pueden leer la crítica de esta película que se hizo en este blog).     
Póster de lo nuevo del alemán

En estos cuatro títulos, hay dos polos opuestos bien marcados. Por un lado, el factor de destrucción, y por otro el héroe. Puede ser un científico (siempre es un científico), un padre de familia o incluso el presidente de los Estados Unidos, pero siempre habrá un hombre –nunca una mujer- que salvará a un grupo de personas del fenómeno que ataca la tranquilidad de la Tierra. Y la ciencia es el elemento intermedio, que hace de escudo entre un polo y otro. Los científicos no sólo son los primeros en detectar el problema, aunque actuaran como si hubiesen sido los últimos, sino que muchas veces son de armas tomar para intentar resolver la situación yendo más allá de sus capacidades cognitivas, y apelando a la odisea heroica.     

Un esquema narrativo bastante predecible, dentro de un marco bien clásico de relato, típico de lo que viene dando Hollywood recientemente. Y lo más triste es que no importa cual película estemos viendo, si la coral Independe Day, la ruidosa Godzilla, la claustrofóbica The day after tomorrow o la estúpida 2012, todas nos terminan contando lo mismo y nos hacen perder el tiempo. Eso no puede considerarse autoría, sino fórmula de taquilla. Porque, si bien no fueron éxitos rotundos, cada película logró su cometido de producción. En definitiva, las películas de Emmerich son concebidas como un divertimento, y ni siquiera logran ese cometido. Porque son largas (mirar las cuatro mencionadas de corrido nos quitaría 9 horas y media de nuestro día) y están revestidas de tanto efecto visual que entorpece un relato que podría ser abarcado de forma mucho más humana.     

Y ahí está el patriotismo. Un alemán exhortando el sentimiento estadounidense tan soberbio y auto condescendiente, con esa capa de falsa autocrítica como excusa argumental para continuar con la evolución de los torpes personajes. Saquemos a The Patriot de esta contienda. Simplemente necesitamos recordar el ombliguismo de los protagonistas en tierras norteamericanas en plenas catástrofes naturales. Estados Unidos tiene las respuestas, sea donde sea. Porque en The Day After Tomorrow hay un laboratorio en Europa que lleva la delantera en la información sobre el fenómeno que atormenta la Tierra, pero allí trabaja –liderando el proyecto- un estadounidense. Y mejor ni hablemos de lo molesto que es el discurso del Presidente de los Estados Unidos en su arenga a los que intentarán enfrentar a la nave madre en Independence Day.     

En fin. No sabemos bien qué pretende Roland con este tipo de cine. No sabemos si está respondiendo a una lógica industrial, si está buscando su rumbo, o si simplemente tiene algún tipo de problema con el planeta, y con su cine sólo busca vislumbrar lo que él querría que suceda. Claramente, ver sus películas no nos ayuda en nada a responder esta incógnita.   


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