Mi documental "A Fanatic By Choice"

lunes, 27 de agosto de 2012

El costado izquierdo - Estelares

Vuelve Estelares, y, como si fuera ayer, queda atrás aquel enorme disco neotanguero que fue Una temporada en el amor (2009). De la mano de un finísimo Moretti, la banda recompone el sentido romántico de los 90 con un grupo de canciones completamente nostálgicas para con la historia de la música argentina.

Si todos los discos anteriores coincidían en el tono meloso, El costado izquierdo (2012) se caracteriza por un enfoque un poco más ideológico, con el amor como una perspectiva más de la vida, y no como un fin último. Es así que nos topamos con piezas imposibles de ignorar como Internacional o el cierre con Playa Unión, ambas canciones como clímax de una atmósfera totalmente reconfortante, en la que la nostalgia no se hace esperar, como con la genial Rimbaud, o la sesentosa Necesito

Manuel Moretti es un melancólico, un poeta que sabe hacer el papel de tanguero arrepentido, pero que disfruta el mainstream en el que nada su banda, revestida de una onda absolutamente fresca e innovadora. Por eso no le tiembla el pulso al invitar a Ale Sergi y cantar "Ya somos demasiados / tan, tan iluminados" repetidas veces, con tono excéptico e irónico para con el grupo de músicos que intentan darle un falso giro al concepto del rock argento. 

La épica Islas, la condescendiente pero poética Sólo por hoy (Chica Oriental) y la impecable El último beso (aunque este servidor lamenta tanto tufillo a Los Rodriguez), marcan los trópicos de un mapa temporal en el que la línea histórica de la música nacional se ve necesariamente homenajeada, pero a la vez redefinida con el presente del cuarteto de Junín. 
Muchos podrán repudiar la postura de la banda respecto a las multinacionales (cabe reconocer el lamentable primer corte de difusión, Doce Chicharras, como un arranque flojísimo del álbum), la aceptación del sistema, pero sin dudas, Estelares sabe como nadar dentro de la boca del Kraken para reirse del inmenso océano de mitos y leyendas que es hoy en día el mundillo rockero. Reivindicación de su propia historia de por medio (esta sería la tercera vez en su discografía que la banda alude a su himno El corazón sobre todo), está todo dicho: "hagamos una fiesta / e invitémoslo a Dios".

Calificación: 8

domingo, 19 de agosto de 2012

Project X

Título: Project X
Dirección: Nima Nourizadeh
Guión:Matt Drake y Michael Bacall   
Género: Acción, Crimen, Drama
Duración: 88 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2012
Reparto: Thomas Mann, Oliver Cooper y Jonathan Daniel Brown


La casa y la vida por la ventana

En un mundo no muy lejano, en el que los dioses son cuatro o cinco personas contratadas para escribir un guión para un director satélite de la industria (una en la que los productores están muy por encima de los realizadores, por muchos logros personales que estos últimos tengan), yace un concepto, un ideal. Sea cual sea, escapa a toda intención de análisis y entendimiento por parte de un espectador de cine que acude a la sala en busca de, como siempre que va para ver una de Hollywood, un poco de entretenimiento.

Pero, por supuesto, también está Project X, del hasta ahora desconocido Nima Nourizadeh, la cual contempla, en pos del ideal que mencionábamos anteriormente, todo tipo de incorrecciones políticas y situaciones cómicas que rozan la pornografía infantil (incluso a veces hasta excediéndola), marcando además nuevos límites de lo que se puede y no se puede ver en la industria del cine.
Por supuesto, esto es arte, y aquí todo vale. Pero no. No en Project X, un producto más de consumo, que intenta abarcar de la forma más trillada que ha traído consigo el Siglo XXI (el infame mockumental), cientos y cientos de estereotipos que no hacen más que reafirmar una verdad incómoda, que está ahí, latente, no en el mundo no-muy-lejano que mencionamos al comienzo, sino en nuestro mundo, el que está fuera de la sala del séptimo arte.

Lo peligroso de obras como estas es la apología, la violencia visual y el mensaje que se da. De por sí, es un film muy inverosímil (sobre todo al promediar los tres cuartos de metraje, cuando la situación se torna tan caótica que ni el genio de Ben Stiller la podría solucionar), que por mucho que trata de castigar a los personajes a modo de corrección moral en un final agarradísimo de los pelos, no logra salvarse de la calamitosidad que fue en sus previos 80 minutos. Pero, indefectiblemente, tiene un mensaje.

Si esto intentó ser una nueva perspectiva a la temática infantojuvenil que sólo la cabeza de Greg Mottola pudo abarcar con soltura (y nobleza) con la obra maestra Superbad (2008), mal por la película. Si intentó ser todo lo contrario, y buscó dar un mensaje flácido sobre dicho tópico con el sólo fin de divertir, mal también. 
Y, tal y como pasa con los acartonados protagonistas (el sacadito que lleva la batuta y se borra cuando las papas queman, el nerd que no se anima pero después -éxtasis mediante- se atreve a todo, y el gordito freaky que enternece la pantalla... todo filmado por un gótico que resulta ser un potencial asesino; y la lista de clichés continúa en un repertorio pocas veces visto), al fin y al cabo, la finalidad es una y sólo una: tirar la casa por la ventana. 


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