Mi documental "A Fanatic By Choice"

sábado, 15 de diciembre de 2012

The Hobbit: An Unexpected Journey


Título: The Hobbit: An Unexpected Journey

Dirección: Peter Jackson
Guión: Peter Jackson, Fran Walsh, Philippa Boyens, Guillermo del Toro, J.R.R. Tolkien (libro)
Género: Comedia, Drama, Romance
Duración: 169 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2012
Reparto: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Elijah Wood, Hugo Weaving, Cate Blanchett, etc


Un destino sin rumbo

Vuelve Peter Jackson con la historia de la Tierra Media, con un universo mágico que le valió 3 premios de la Academia personales y un total de 17 oscars. Esta vez lo hace estirando la historia previa a todo esa maravillosa trilogía que fue Lord of the Rings, con la anecdótica ayuda que Bilbo Bolsón tuvo que hacer con un grupo de enanos que buscan recuperar su tierra, Erebor.

Retomando gran parte del reparto de lujo que tuvo LOTR, en algunos casos por el mero hecho de buscar afianzar al público con una trama que necesita de estos personajes para mantenerse, Jackson narra The Hobbit... con la solvencia y la solemnidad que lo caracterizan desde que conquistó Hollywood, dejando bastante de lado su libertad estilística más propia de obras como The Frighteners (1996) o Heavenly Creatures (1994). Aquí es todo ornamentación digital y chroma, pero hecho con calidad. Innegable es la labor en la fotografía, la mezcla de sonido o el despliegue artístico, con un maquillaje fantástico y vestuario de primer nivel. Pero eso no basta para que la película alcance la genialidad de su trilogía raíz (qué importa si esta es una precuela).

A toda la calidad técnica, en la que se destaca también la decisión de filmar a 48 fotogramas por segundo, no le llega ni a los talones un guión adornadísimo (paradójico, ¿no?) por situaciones innecesarias, diálogos que intentan ser solemnes pero no son más que aburridos, y ciertos actos que bien podrían eliminarse por completo para hacer de la película una aventura más amena, que no deja de ser divertida si se tiene en cuenta que la novela en la que está basada es más infantil que la trilogía de El Señor de los Anillos. 

Aquí tenemos personajes más pintorescos, más amigables, y unos enemigos que son más "malos" que "temibles". Tenemos un periplo que no tiene bien marcado su andar, sino por momentos de absoluto estancamiento en su narración, como la escena con los trolls del bosque, que termina siendo sólo un disparador que funciona como símbolo, en vez de un fin en sí mismo. Toda esa grandilocuencia que Jackson busca, le juega en contra, como le pasó con la insoportable The Lovely Bones (2009). Busca demasiado en un film que puede ser grande siendo modesto. 
No importa la calidad artística y la maravillosa labor técnica. No importan los antecedentes. Hay que salir a defender el producto con uñas y dientes, aprovechando la calidad del reparto y de genios detrás de cámara. Eso en este caso no se logra del todo.

Y así logramos dar con una película entrañable, divertida, amistosa, pero que para nada está a la altura de lo que prometía, con escenas descartables, como la soporífera reunión en la casa de Bilbo Bolsón, o la que termina siendo la escena bisagra en la narración, la asamblea en la tierra de los elfos. Todos momentos que funcionan como detalles pequeños, y que no enriquecen para nada el andar de los protagonistas, que siempre terminan metidos en algún lío que inexplicablemente los aleja de su destino. Y por si fuera poco, a Jackson se le escapa de las manos tanto personaje dando vueltas frente a cámara, perdiendo incluso la esencia de su protagonista, encarnado por un Martin Freeman que con su histrionismo no logra llenar los zapatos que Ian Holm sí calza con su versión anciana de este personaje.

El resultado final es una película muy buena, disfrutable, sobre todo en 3D (una maravilla visual), pero hay que ver cómo envejece con el correr de los meses, sobre todo de cara a una pretensiosa trilogía, que marca el intento (veremos si vacío o no) de lograr un nuevo capítulo único en la historia del cine. Jackson intenta abarcar mucho, y cuenta poco, quedándose en un "veremos..."


Moonrise Kingdom

Título: Moonrise Kingdom
Dirección: Wes Anderson
Guión:Wes Anderson y Roman Coppola
Género: Comedia, Drama, Romance
Duración: 94 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2012
Reparto: Bruce Willis, Edward Norton, Tilda Swinton, Jared Gilman, Kara Hayward, Bill Murray


La aventura del amor, según Anderson

Las historias de aventura con niños no son frecuentes en el cine de hoy en día. Allá en el recuerdo quedan obras maestras como Stand by me (1986) de Rob Reiner. Porque nos referimos a historias bien contadas, en las que se resalta la pureza infantil y al mismo tiempo se hace un tratamiento maduro en el que se explica el pasaje de la inocencia (siempre presente) a la madurez, pero siempre conservando la avidez por descubrir cosas nuevas, y el sentido de rebeldía. 

Con esta premisa retorna a la pantalla grande el genial Wes Anderson, que con su puesta en escena llena de travellings, gran angulares y planos fijos, arma un producto hermoso, caracterizado de forma magistral por un reparto de lujo, en el que se destacan los dos jovencitos protagonistas que sin dudas serán una de las grandes revelaciones en esta nueva década: Jared Gilman y Kara Hayward. 

El director de The Royal Tenenbaums (2001) y recientemente de Fantastic Mr. Fox (2009) ofrece una historia bellísima sobre la búsqueda del amor, una versión isleña, pueblerina y políticamente incorrecta de Romeo y Julieta, pero mucho más divertida y perspicaz. Todo musicalizado de forma magistral por el genio Alexandre Desplat, y con un guión excelente escrito por el propio realizador y el poco conocido en el mundo del cine (salvo por la anterior película de Anderson en live action, The Darjeeling Limited) y más conocido en el panorama de los videoclips, Roman Coppola., hijo del gran Francis Ford Coppola.

El ritmo y la cadencia con el que está contada la historia, más la gran dirección de actores (sobre todos los chicos, que hacen un papel genial, como el grupo de scouts) son admirables, y no dejarán indiferentes a unos espectadores ávidos de historias divertidas y bien narradas con el lenguaje cinematográfico. Anderson suele escapar a los vicios del formato, inclinándose por una puesta en escena más bien teatral, pero en este caso, ayudado por la buena fotografía de su eterno colaborador, Robert D. Yeoman, con grandes encuadres en locaciones naturales y mucho exterior, esta vez no se da tanto este fenómeno.

En sí, Moonrise Kingdom (2012), un reino bajo la luna que se muestra como aquel lugar donde uno manda, sea donde sea, mientras lleve consigo su yo, sus sentimientos, lo que lo hace a uno mismo, es un ensayo muy entretenido sobre la infancia, la rebeldía y el amor más sincero, el que nos define, donde el cine, aún siendo una excusa, lo hace aún más bello. 


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