Título: Pawn Shop Chronicles
Dirección: Wayne Kramer
Guión: Adam Minarovich
Género: Comedia, Crimen, Drama
Duración: 112 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2013Reparto: Paul Walker, Matt Dilon, Brendan Fraser, Norman Reedus, Elijah Wood, etc
Despedida disparatada
Después de una extensa carrera que comenzó en una película de terror llamada Un monstruo en el armario
(1986, Bob Dahlin), Paul Walker vio el final del recorrido en un
trágico accidente automovilístico el pasado 30 de noviembre en Valencia,
California. Aunque todavía quedan por estrenarse tres películas más con
su participación (Hours, de Eric Heisserer, Fast & Furious 7, de James Wan, y Brick Mansions, de Camille Delamarre), el nuevo opus del sudafricano Wayne Kramer fue el último estreno que pudo vivenciar Walker. Pawn Shop Chronicles (2013) marca la segunda participación de Walker con Kramer, siendo la anterior la más que recomendable Running Scared (2006).
En esta nueva película, todavía no estrenada en nuestro país, tenemos una historia al estilo Pulp Fiction
con reparto coral, pero centrada en un pueblito bastante endemoniado
del sur de Estados Unidos, con mucho acento de la zona y un tono muy
cómico. La referencia a Tarantino es notable, pero en este caso el
producto se queda a medio camino por una serie de gags mal logrados y
cierta previsibilidad en la trama principal: un hombre que retoma la
búsqueda de su esposa, desaparecida hace seis años, al llegar al pueblo y
encontrar el anillo de bodas en una casa de empeño. Este local es el
hilo conductor de toda la historia, así como los objetos que se venden
ahí.
El papel de Paul Walker es algo atípico en su carrera, trabajando
físicamente de una forma que nunca se lo vio hacer, deformando sus
expresiones para personificar a un redneck drogadicto que planea una disparatada forma de robar a su dealer
junto a su colega de andanzas. Los momentos cómicos más notables de la
película se dan con esta dupla, junto con el acto dedicado al personaje
de Brendan Fraser, un imitador barato de Elvis Presley que llega al
pueblo para un show tributo. Walker se lleva algunas partes destacadas,
como cuando se plantea por qué hay que odiar a los judíos y los negros
(él y su amigo pertenecen a un grupo que pregona la supremacía aria) de
una forma muy infantil, o cuando están en medio de un ‘apriete’ con un
drogón que les robó dinero.
Si bien todo el tiempo la película maneja un tono irónico muy
entretenido (como la patente que maneja el personaje de Fraser), la
trama se torna muy oscura para cuando el papel de Matt Dilon toma
relevancia, y la película se convierte en una suerte de mezcla entre Sin City (la referencia quizás se hace obvia por el personaje de Elijah Wood) y la ya citada Pulp Fiction,
solo que con una impronta propia y movimientos de cámara que de tan
estilizados hasta molestan. Si los efectismos en el guión funcionan o
no, depende de cómo se encare el visionado: como comedia negra que no se
toma en serio funcionan muy bien, pero como película de acción dejan
mucho que desear.
Walker, por su parte, se despide de la pantalla vestido para el robo
planificado durante el comienzo de la película, con una máscara de
payaso bastante tétrica, que termina a los pies del Elvis que se baja
del escenario tras dar su show homenaje en la feria del condado. ¿Cómo
llega ahí? Vean la película, y de paso ven a un Walker inusual compartir
pantalla con un montón de grosos que se divierten notablemente mientras
hacen esta rara película. Algo así como una despedida ideal para un
actor que dejó el mundo en su ley.
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