Director: Nicholas Stoller
Guión: Nicholas Stoller y Jason Segel
Género: Comedia
Duración: 109 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2010
Reparto: Jonah Hill, Russell Brand, Rose Byrne, Sean 'P. Diddy' Combs, etc.
Terapia, irreverencia y redención
Lo mejor que tiene esta película, protagonizada por quien para este servidor puede que sea el futuro de la comedia americana, es esa indisciplinada forma de contar las cosas, sin importar los estereotipos, lo banal de la propuesta, y sobre todo, olvidándose de ese modismo estructurado, adoptado por las nuevas actividades del género (ni siquiera llamémoslas películas), y mal llamada "corrección política". De esto último no hay absolutamente nada en Get him to The Greek (nefastamente traducido en otros países de habla hispana, que creen que puede aludir a su propia cultura cuando el concepto es puramente hollywoodense... ni Inglaterra puede sentir propia esta cinta).
El cómo se la tome puede que sea un ítem clave para ingerir este cóctel típico de Apatow y Asociados: sexo, drogas, irreverencia, estilo rockanrolla, y avasallamiento incesante de gags verbales muy groseros (y grotescos) que también se venden en formato visual.
Jonah Hill es el amo y señor de esta película. Si el gordito simpaticón (que ya no es más "gordito") logró el súmum de su carrera en la prematura obra maestra Superbad (2007), en este film expresa la madurez que ha alcanzado, aún cuando muchos dicen que copia las formas de su participación en la versión raíz de esta peli que hoy tratamos, Forgetting Sarah Marshall (2008), del mismo director.
A ver, de dónde puede sacar un buen comediante -cuya única arma a veces es su aspecto, y en otros casos más pulidos (que escasean en estos tiempos) sus modismos y estilos- algo de originalidad cuando el concepto o formato de la producción en la que participa se presenta casi como alusión paratextual explícita de un título anterior o ajeno. No jodamo', ¡Hill es un groso! Sus facetas como actor cómico y dramático están plasmadas en la justa duración de este film. Un prodigio que, o tiene un representante medio ciego, o prefiere quedarse en la trivialidad de los hijos de la Hollywood estéril de esta última década.
El guión de Get him to The Greek bien puede ser vapuleado por los pretensiosos como vacío, inconexo, y falto de encanto, pero la química entre sus dos protagonistas (Russell Brand, muy difícil de querer, y el ya mencionado Hill) es la base primaria para su aceptación. No importa cómo acabará todo. De hecho, eso es lo que nos da a entender el pésimo tercio final de metraje. Lo que importa es qué pasa en ese viaje licérgico del medio, que remite a films más valientes y geniales como por ejemplo Fear and Loathing in Las Vegas (1998) de Terry Gilliam.
Se destacan: las técnicas de montaje que utiliza Stoller para plasmar las vericuetas situaciones festivas por las que atraviesan los personajes; la inclusión en el reparto de Sean 'P. Diddy' Combs y Lars Ulrich, especialmente; las letras de los soundtracks interpretados por ese excéntrico Aldous Snow; y particularmente el homenaje a The shining (1980) de Stanley Kubrick durante una escapatoria de un hotel, no tanto por la frase en sí misma dicha por Brand ("¡estos pasillos están construidos a lo Kubrick!"), que explicita la idea de que el genio de las imágenes era un auténtico arquitecto, sino por ese ínfimo, casi inexistente travelling con la steady cam, muy propio de aquellas gloriosas secuencias con el triciclo.
Get him to The Greek podrá ser absurda, banal, escueta, y escandalosa, pero de que te reís, te reís... sino, cualquier cosa, toquen el felpudo de la pared, toquen el felpudo...
El cómo se la tome puede que sea un ítem clave para ingerir este cóctel típico de Apatow y Asociados: sexo, drogas, irreverencia, estilo rockanrolla, y avasallamiento incesante de gags verbales muy groseros (y grotescos) que también se venden en formato visual.
Jonah Hill es el amo y señor de esta película. Si el gordito simpaticón (que ya no es más "gordito") logró el súmum de su carrera en la prematura obra maestra Superbad (2007), en este film expresa la madurez que ha alcanzado, aún cuando muchos dicen que copia las formas de su participación en la versión raíz de esta peli que hoy tratamos, Forgetting Sarah Marshall (2008), del mismo director.
A ver, de dónde puede sacar un buen comediante -cuya única arma a veces es su aspecto, y en otros casos más pulidos (que escasean en estos tiempos) sus modismos y estilos- algo de originalidad cuando el concepto o formato de la producción en la que participa se presenta casi como alusión paratextual explícita de un título anterior o ajeno. No jodamo', ¡Hill es un groso! Sus facetas como actor cómico y dramático están plasmadas en la justa duración de este film. Un prodigio que, o tiene un representante medio ciego, o prefiere quedarse en la trivialidad de los hijos de la Hollywood estéril de esta última década.
El guión de Get him to The Greek bien puede ser vapuleado por los pretensiosos como vacío, inconexo, y falto de encanto, pero la química entre sus dos protagonistas (Russell Brand, muy difícil de querer, y el ya mencionado Hill) es la base primaria para su aceptación. No importa cómo acabará todo. De hecho, eso es lo que nos da a entender el pésimo tercio final de metraje. Lo que importa es qué pasa en ese viaje licérgico del medio, que remite a films más valientes y geniales como por ejemplo Fear and Loathing in Las Vegas (1998) de Terry Gilliam.
Se destacan: las técnicas de montaje que utiliza Stoller para plasmar las vericuetas situaciones festivas por las que atraviesan los personajes; la inclusión en el reparto de Sean 'P. Diddy' Combs y Lars Ulrich, especialmente; las letras de los soundtracks interpretados por ese excéntrico Aldous Snow; y particularmente el homenaje a The shining (1980) de Stanley Kubrick durante una escapatoria de un hotel, no tanto por la frase en sí misma dicha por Brand ("¡estos pasillos están construidos a lo Kubrick!"), que explicita la idea de que el genio de las imágenes era un auténtico arquitecto, sino por ese ínfimo, casi inexistente travelling con la steady cam, muy propio de aquellas gloriosas secuencias con el triciclo.
Get him to The Greek podrá ser absurda, banal, escueta, y escandalosa, pero de que te reís, te reís... sino, cualquier cosa, toquen el felpudo de la pared, toquen el felpudo...