Un amor en tiempos de prejuicio.Una de las peores cosas de andar haciendo zapping en la tele un día de semana al mediodía es que si enganchás una película buena no la podés ver, ya sea porque la agarraste desde la mitad o porque siempre hay algo para hacer antes, durante o después del visionado imposible.
Eso fue lo que me pasó con Brokeback Mountain, una película a la que siempre huí por priorizar otro tipo de productos menos chocantes (aunque, como notarán, si puedo ver Saw o Hostel, puedo ver cualquier cosa). La cuestión es que no sólo la agarré por la mitad la primera vez, sino que la segunda la encontré totalmente cansado por haber regresado de un final (aclaro, estudio de madrugada, por lo que puedo pasar más de dos días sin dormir, lo que es muy agotador), y a minutos de que pasen a buscarme para ir a celebrar que lo haya aprobado con un 7.
Una vez vista, el resultado fue doble: gratitud ante el excelente filme, y bronca por no haberla visto antes. Pero, si mi encuentro con este opus de Ang Lee fue tan conflictivo, ¿Cómo hice para toparme con él?... ¡Qué pregunta! ¡¡BLOCKBUSTERS BABY!!
No ví
Crash, pero dudo que haya sido mejor que este clásico romántico que dibuja con delicadeza -y bastante rudeza también, por qué no- una auténtica historia de amor en circunstancias bastante excéntricas. Y digo lo de
Crash porque tengo entendido que el revuelo que se armó cuando la mencionada película venció a la que nos ocupa el día de la fecha en la entrega de los Oscars fue incluso superior a la polémica que desató ver al ahora difunto Heath Ledger y Jake Gyllenhaal fornicando desenfrenadamente en una carpa.
Al margen de toda polémica por las escenas sexuales entre los dos hombres, este espectacular largometrage me dejó una muy buena sensación respecto a un director al que tengo poca estima desde que melodramatizó a
Hulk (aunque espero con ansias
Taking Woodstock). El taiwanés se basa en unos paisajes preciosos y una fotografía impactante para representar el marco en el que se desarrolla esta historia que no necesariamente tenía que ser entre dos hombres para ser polémica, ya que el tema central que se aborda es el de la negación de la identidad (lo que uno es, quiere, desea y -no- acepta) y la infidelidad en medio de la impotencia ante la dicotomía sexual, más tirada al plano bisexual que al homo.
Las construcciones actorales de Ledger y Gyllenhaal son de lo mejor que he visto en mi vida, resaltando principalmente la labor del primero, que encarna a Ennis Del Mar, el verdadero protagonista de la historia, de una manera prolífica y avasallante. Rodeados por un reparto de lujo -en el que se destaca la labor de Randy Quaid como el típico cowboy homofóbico de los '60, y Anna Hathaway como la fría esposa del personaje de Gyllenhall-, los dos protagonistas nos adentran en un paisaje (ficticio, o no) plagado de pasión, amistad y temor.
El contexto histórico en el que se desenvuelve la mayoría de la trama (principios de los '60, y luego pasando por todos los '70), acompañada por una ambientación asombrosa, enmarca el filme como una protesta política con fines a la reivindicación del amor entre los seres humanos, sin importar de qué sexo sean. En ese sentido, el personaje de Ledger representa toda la parafernalia homofóbica que asolaba Estados Unidos en esa época, animándose Lee a destrozar el estereotipo del vaquero texano -siempre planteado con rudeza gracias a la doctrina eastwoodeana- para resumir en Ennis Del Mar las dos caras del pensamiento anti-gay, y así adaptar de forma excelente un relato breve de 1997, publicado por Annie Proulx (ganadora del Pulitzer) en el The New Yorker.
Párrafo aparte se merece la musicalización de Gustavo Santaolalla, quien desde su lugar logra conmover poniéndole ritmo a los sentimientos de cada escena, principalmente con la canción "The Wings", que eriza la piel.
En fin, los que no la vieron por X motivos, haganlo ya. No esperen más. Yo dejé pasar esta obra maestra por despistado, y ahora me arrepiento, aunque gracias al DVD y la TV pude acercarme a la sincera y desgarradora historia de dos personas enamoradas de verdad, pero atosigadas por la sociedad prejuiciosa y discriminadora de ese entonces.
Más allá de lo impresionante que puede ser ver tanta pasión entre dos hombres, no se van a arrepentir al verla. "Lo juro..."
Calificación (del 1 al 10): 9