Título: Django Unchained
Dirección: Quentin Tarantino
Guión: Quentin Tarantino
Género: Drama, Aventura, Western, Comedia
Duración: 165 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2012Reparto: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Samuel L. Jackson, Kerry Washington
Divertimento que huele a lo mismo de siempre
Resulta triste la idea de que un director haga películas prescindibles, o un cine innecesario. Esa sensación tengo con Quentin Tarantino, un realizador que tuvo su época de gloria en los 90, y ahora pasa el tiempo referenciando a sus influencias y auto-homenajeándose constantemente, como pasa con Django Unchained (2012). La película tiene una primera hora divertida y muy lúcida, pero no encuentra el camino hacia un cierre digno, a pesar de que el reparto sostiene con carisma una nueva locura del director de Pulp Fiction.
La música, los títulos y los efectos de sonido evocan (o intentan hacerlo) a los spaghetti western con los que Tarantino creció, y de hecho en sí toda la propuesta es un homenaje a las películas de Django, empezando por la de Sergio Corbucci en 1966. Sin embago, el resto es más de la impronta tarantinesca: inmensas conversaciones que no van a ninguna parte, hemoglobina en exceso (ya casi a un nivel patológico) y constantes citas o referencias al género en sus años de gloria, o peor, a su propia filmografía.
Si en su anterior obra, Inglorious Basterds (2009), a pesar de todos estos componentes tenía cierta originalidad en su propuesta, cierto aire a libertad artística que lo hacen un realizador respetable a nivel mundial, en Django Unchained todo eso no se ve, a pesar de que el creador de Kill Bill logra un relato sobrio en tres cuartos de film, una narrativa que se sostiene por sí misma, sin necesidad de clichés ni collages cinematográficos.
Y en realidad ahí entra la pregunta de qué sería de esta película sin Christoph Waltz, quien se adueña de la pantalla porque Jamie Foxx no soporta el peso de su personaje ni de lo que le pide el ambicioso guión de Tarantino (el cual fue escrito pensando en Will Smith, pero este rechazó la propuesta) y porque sencillamente es un actor maravilloso, con esa elocuencia que en realidad no sabemos si viene del escritor o de su propia dialéctica tan prolija (lo que se confirma con tan solo ver una entrevista suya o alguna aparición pública donde abra la boca para decir "buenas tardes" haciendo valer cada letra). Lo mismo va para Leonardo DiCaprio, quien está asombroso en su papel, en una de sus caracterizaciones más anticipadas y esperadas de los últimos años.
Los mejores momentos de la película son los que toman tintes cómicos, donde surge toda la espontaneidad. Así se destaca la participación de Jonah Hill, quien le da un toque particular (como en todo lo que hace) a sus pocas líneas en una escena lo suficientemente hilarante como para zafar de la parodia fallida a ¿los albores del KKK?
Quizás lo mejor de Tarantino es que como director sabe usar lo que tiene. De ahí su éxito en la taquilla y su aceptación con una crítica cinematográfica que ya cada vez lo adula más (con menos motivos) por tradición. El director optimiza sus ideas con repartos muy fuertes, y no deja escapar ni un sólo detalle. Rescatamos así como ejemplo un accidente que tuvo DiCaprio en cámara durante una escena clave (la mejor, tal vez, en toda la película), en la que terminó con su mano cortada, y que el realizador aprovechó como recurso estético y de caracterización, aunque, por supuesto, el mérito es más de DiCaprio, por aguantar ese traspié y usarlo para improvisar.
Aún así, Django Unchained no deja de ser un ejemplo más de la gratuidad creativa por la que atraviesa Tarantino, y se coloca entre sus trabajos más difíciles de definir. Quizás esté entre lo peor que haya hecho, aunque se pueden rescatar cosas positivas. Es un divertimento, que en su mayoría está bien narrado (eso sí, en el último acto, todo es una porquería, exceptuando la aparición del propio director haciendo un breve papel), pero el producto final es poco convincente. Una película irregular, que trata una temática muy rica con mucha pobreza, sobre explotando una temática vigente en sus últimos cuatro opus en pos de la orgía visual que busca siempre y del espectáculo de efectismos dramáticos (algunos usados de forma excesiva, rozando el melodrama).
A Tarantino se le empezaron a ver los hilos.