Mi documental "A Fanatic By Choice"

sábado, 30 de octubre de 2010

Going the distance

Título: Going the distance
Dirección: Nanette Burstein
Guión: Geoff LaTulippe
Género: Comedia, Romance
Duración: 102 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2010
Reparto: Drew Barrymore, Justin Long, Charlie Day, Jason Sudeikis, Christina Applegate, Ron Livingston, etc.


Ápices del amor contemporáneo

Más allá de lo trillado que puede resultar el concepto inicial del que parte Going the distance (2010), tenemos una fresca comedia romántica protagonizada de manera sobria por dos de los más versátiles actores de la comedia norteamericana: Drew Barrymore y Justin Long. Ellos llevan adelante sin ningún problema un guión con muchos vaivenes y algo de rebuscada voltereta para alargar el metraje, pero que termina destacándose por una rutilante acidez cuando se disfraza de crítica a las costumbres de las parejas posmodernas.

El típico contraste entre dos ciudades totalmente opuestas -amado por el norteamericano pochoclero, sobre todo si su pareja consume Britney Spears o Lady Gaga- es el marco ideal que encontraron los realizadores para contar una historia de amor a distancia que se involucra más con la confianza y el valor de las amistades que con ese guiño que hace hacia la vida de roles y sueños que se explotó mejor en otros títulos recientes (el ejemplo más cercano, Up in the air, la última obra maestra de Jason Reitman). Cuando juega a la moralina fácil, no le sale. Pero cuando coquetea con los distintos matices que van conformando la cotidianeidad estadounidense en una sociedad que no le da cabida a los treintañeros que vienen trastabillando con los trabajos o los logros personales, se llena de una riqueza que no todos sabrán ver, obnubilados por los gags en las líneas del guión.

Por lo visto, el humor de las producciones de Apatow influenció bastante a Nanette Burstein y su equipo, ya que se puede notar cierta gama de latiguillos o salidas rápidas a ciertos lugares comúnes gracias a ese estilo tan característico de bombardear la pantalla con palabras ácidas y muchas veces grotescas. Cuando la comedia cobra protagonismo, Going the distance se luce; cuando el romance y la duda existencial la ahogan, decae. Y en ese (des)equilibrio incesante se balancea constantemente la película hasta llegar a un final bastante agarrado de los pelos pero que sabe como cerrar el círculo por el chiste leitmotiv por excelencia de la cinta.

Esta es una película que no da para ir a ver al cine, o quizás sí, pero en una tarde de lluvia, si hay dinero para el taxi y una buena compañía gastronómica durante la proyección. Imposible verla si no es acompañado por alguien de otro sexo. Realmente, la recomiendo para alquilar, y sin muchas pretensiones.

viernes, 22 de octubre de 2010

The last exorcism

Título: The last exorcism
Dirección: Daniel Stamm
Guión: Huck Botko y Andrew Gurland
Género: Horror, Thriller
Duración: 87 minutos
Orígen: Estados Unidos, Francia
Año: 2010
Reparto: Patrick Fabian, Ashley Bell, Iris Bahr, Louis Herthum, etc.


Si crees en demonios, crees en exorcistas...

La manera más justa de describir a esta cinta es como "acotada". Sí, se trata de un subgénero explotado, con recursos explotados (sobre todo en la última década), y construcciones narrativas explotadas y ya harto usadas que limitan bastante a la propuesta en sí. No obstante, el clima que genera The last exorcism (2010) puede llegar a ser su mejor escudo defensor ante los amantes del bombardeo de sobresaltos propios del terror que saldrán a desdeñarla por sus carencias y errores técnicos sin recalar en esa creíble parsimonia que posee en el desarrollo de la trama.

La forma de presentar el relato es contundente y sorpresiva. Los realizadores no fueron a la fácil asegurando la asimilación de la historia en los primeros minutos, sino que prefirieron una introducción pausada y bien llevada, que al llegar al foco de la cuestión hace a uno pensar "ah, así que para esto estamos acá", indiferentemente de lo que se pueda leer en alguna sinopsis o reseña del film. Esto es un ítem a favor, ya que, insisto, lo que mejor puede hacer referencia a The last exorcism es el concepto de lo acotado, siendo que en tan sólo 87 minutos de metraje se anima a meterse en surcos (no hago referencia a lo bucólico del guión) que en otros proyectos bien podrían haber sido un pretexto para extender la trama, y en este caso se utilizan para dar sentido y explicar los porqués de lo que sucede.

Ahora, nos metemos de lleno en el recurso: el famoso falso documental, recientemente explotado por Paranormal Activity (2007), vilmente plagiado por Paranormal Entity (2009) -una de las peores películas en la historia del cine de terror-, inaugurado por Cannibal Holocaust (1979) y popularizado por la épica The Blair Witch Project (1999), entre otros más originales como Cloverfield (2008) que no vienen al caso. Si bien The last exorcism hace uso de este modo de narrar como su mayor carta de presentación (vale más el motivo por el cual se decide filmar que lo que se filme), la película esquiva el recurso propiamente dicho para dar lugar a una vuelta de tuerca interesante en el guión que justifica casi a la perfección el porqué de esa forma de presentar la historia. Es como si en la pre-producción se hayan hecho todos los recaudos pertinentes para que la trama no tenga huecos ni fallas, aunque sí tiene algunas falencias técnicas que pasaremos a mencionar.

Eli Roth está en la producción, y ahí es donde podemos notar cierta tendencia hacia el gore al que la película hace referencia en la excelente secuencia en que la protagonista se roba la cámara (literalmente, y figurativamente le corresponde el momento en que se arquea con el cuerpo hasta quedar casi en 90 grados: un distintivo que le corresponderá por siempre) y mata al gato con la misma. Sin embargo, hay otros errores bastante notables que son hasta infantiles, por ende, imperdonables, como tener cortes en las conversaciones manteniendo la fluidez de lo que se diga, o que hayan dos tomas diferentes de la misma acción (supuestamente hay sólo un camarógrafo "documentando" el proceso de exorcismo).

Aún así, The last exorcism vendría a cumplir, acotadamente, lo que promete en un principio, e incluso ofrece más. Es que no estamos ante una más de exorcismos; no, para eso está la insuperable The exorcist (1973). Estamos ante una mirada crítica a las creencias religiosas, una interesante reconstrucción del imaginario social que se da en las zonas rurales de Norteamérica, un intento de falsearlo, una premisa reciclable que nada tiene que ver con la temática que se vende, y un desenlace digno de la admiración de aquellos que son amantes del estilo y el subgénero. Justo cuando pensábamos que debíamos creer en demonios para creernos los cuentos casi mitológicos de la parte 'oscura' de la Biblia, nos enteramos que también tenemos que creer en exorcistas. Para eso está esta peli, para analizar si creer en lo que hay que creer. Y, mientras tanto, te da algún que otro sustito...

sábado, 16 de octubre de 2010

Predators

Título: Predators
Dirección: Nimród Antal
Guión: Alex Litvak, Michael Finch, Jim Thomas y John Thomas
Género: Acción, Aventura, Ciencia Ficción, Thriller
Duración: 107 minutos
Orígen: Estados Unidos
Año: 2010
Reparto: Adrien Brody, Topher Grace, Alice Braga, Walton Goggins, Oleg Taktarov, Danny Trejo, Louis Ozawa Changchien y Laurence Fishburne


Las berretadas del género

Caída libre, a toda velocidad. Introducción oportuna. Es Adrien Brody en la antesala a la que será una de sus peores actuaciones haciendo una versión libre -y escuálida- de Arnold Schwarzenegger, cayendo en picada, lidiando con un paracaídas, aunque con buenos efectos visuales y banda sonora como sustento, hasta llegar al clímax con el brusco descenso a una zona selvática. Da un golpe seco contra el césped, corte a negro: "Predators".

Así inicia este film de corte conservador que intenta continuar con la incesante idea de querer hacer la saga infinita de los bichos que se pueden esfumar en el aire, desaparecer, pero al volver seguir denostando ser actores de segunda disfrazados con un mal traje. El autor material de este crimen contra la paciencia es el húngaro Nimród Antal, quien a menos de un año de dirigir Armored (2009) lanza esto, que salió luego de recibir la propuesta de su buen camarada Robert Rodriguez -productor de esta obra- para dos cosas: una, tener aunque sea un mínimo papel en su esperada nueva cinta Machete, que en el protagónico cuenta con Danny Trejo (y que a su vez aquí también tiene un papel), y dos, dirigir la peli que nos incumbe en este artículo.

Predators, hablando mal y pronto, es aburrida. Los primeros diez minutos sirven como una aclimatación aceptable para lo que después debiera ser, cuando menos, una sangrienta cacería interplanetaria como tanto nos lo promete el póster. Pero no, la cosa continúa, y pasando el minuto 40 encontramos a nuestros desventurados y desorientados personajes en la misma situación en la que se encontraban al momento de "caer" a ese extraño sitio. Por cierto, todos son asesinos peligrosísimos que fueron llevados a un planeta que los Depredadores utilizan para divertirse cazándolos. Esta premisa nunca se explota en la hora y cuarenta de metraje tan soso y lineal.

Ni hablemos de la construcción de los personajes, súper obvia, estereotipada y burda, siendo -¡ooobviamenteee!- los dos estadounidenses los más rudos que más se la bancan al lado de los extranjeritos que se acaban de dar cuenta que fuera de su país el peligro es verdadero y la rudeza sólo se conoce, o bien siendo amigo de Stallone, o habiendo estado en la Armada del Tío Sam. Si a la idea absurda del peligro amalgamado en un grupo pluriétnico en territorio "extraterrestre" le sumamos el papel de Topher Grace como el médico desarmado que viene con sorpresita, cantamos cartón lleno. Vamos gente, la peli tendrá su intento de homenaje a las viejas usanzas del cine de este género, pero todo esto ya se vio, es prescindible.

La saga de los Depredadores antes se caracterizaba por asustar un poco y entretener, mientras intentaba definirse como un proyecto que se autolimita por sus propias convenciones y está a tiro con los avances tecnológicos. No obstante, en esta ocasión más que homenaje se podría decir que Predators es un pastiche o revoltijo de ideas sacadas de otros films que más o menos conducen a esta. Tenemos situación geográfica a la Avatar (2009), mezclada con una pizca de la sensación de abuso generalizado o intento de terror psicológico de Saw II (2005) o Saw V (2008), más un poco de gore de mal gusto a lo Wrong Turn (cualquiera de las tres) muy propio de las preferencias del señor Rodriguez, y así podemos seguir. Ah, y por supuesto, algo de los depredadores, sino no estaríamos hablando de esta película.

Lo que sí gusta, y mucho -no como la absurda e innecesaria aparición de Laurence "Morfeo" Fishburne o la terriblemente patética escena de la lucha del samurai en el descampado- es la secuencia final, con la frase que cierra la cinta. Lo mismo que allí se expresa se aplica al estilo, a la mala costumbre que adoptaron los realizadores de esta industria que se ha vuelto el "terror". Sólo cambien la palabra "planeta" por "género tan berreta". Los que la vieron sabrán a qué me refiero, y los que no la vieron aún, sigan así que no se pierden de nada, sino al contrario, se están ahorrando una buena hora-cuarenta de vida para usar haciendo otra cosa o viendo algo mejor.


lunes, 11 de octubre de 2010

El hombre de al lado

Título: El hombre de al lado
Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat
Guión: Andrés Duprat
Género: Drama
Duración: 110 minutos
Orígen: Argentina
Año: 2010
Reparto: Rafael Spregelburd, Daniel Aráoz, Eugenia Alonso, Inés Budassi, Lorenza Acuña, etc.

Los miedos de la burguesía

Esta película no debiera dejar indiferente a nadie. Desde lo artístico de la propuesta hasta el plano dramático de la cuestión, todo es político en El hombre de al lado, este ¿thriller? careta que intenta poner en contraste las dos caras del poder en la Argentina dentro de un microcosmos anodino como lo es la relación vecinal entre dos platenses de diferentes clases sociales.

El hueco que hace Victor para tener "unos rayitos de sol" pone histérico al prestigioso diseñador de arte, Leonardo, que vive en la única casa que Le Corbusier construyó en América y que es considerada una obra maestra de la arquitectura. Este conflicto desencadena una interesante trama que a simple vista se puede exponer como hasta irrisoria, porque no se puede evitar reír en la diferencia palpable que hacen Mariano Cohn y Gastón Duprat en el sólo hecho de la forma de hablar de los dos polos opuestos, pero que en una mirada mucho más minuciosa se traduce en una ácida mirada a los temores de la clase social más privilegiada de este país.

Leonardo llora en el semáforo, o se consuela encerrándose en su Citroën último modelo mientras lo pone en lavado automático. Leonardo intenta "limpiarse", porque su vecino invasor le abrió los ojos, esos ojos que ni con los ventanales que construyó Le Corbusier pueden ver la vereda de enfrente. Por su parte, Victor sólo quiere un rayito de sol que Leonardo no usa, y encima vende autos usados y hace una bizarra práctica de esculturas con armas de fuego mientras por las noches invita a muchachas a beber, eructar y tener sexo con él. Estos dos contrastes se dan en un excelente y justo metraje calculado milimétricamente gracias a un gran trabajo de guión hecho por Andrés Duprat, avalado también por un bellísimo trabajo fotográfico que se llevó un premio en la edición de Sundance de este año.

El aspecto técnico no sólo queda a merced de los ojos, sino del entendimiento. En El hombre de al lado, la historia transcurre en las edificaciones psicológicas representadas en las deconstrucciones arquitectónicas que protagonizan los dos personajes principales. Los estilos de vida se marcan con pincel, y lo que queda demás se pega con moco. Así de artística es esta película, que posee los mejores plano-secuencia del año, sobre todo en uno de los finales más intimidatorios y espeluznantes de la cartelera argentina que se recuerde, sin necesidad de entrar en el género al que le corresponden esos atributos. Con el shock ideológico se asusta más que con el mero sopetón, y eso es palpable en este film.

Esta película habla con lo que se ve, y escucha sólo los golpes de las construcciones. El hombre de al lado se edifica en nuestras narices, y ni así nos evita la mirada aguda y crítica al sistema aislado de ciertos sectores del país. La inocencia del gorila de clase media, y la rigidez y paquetería del businessman de clase alta. Todo resumido en una mini-obra teatral que muestra que el arte no es sectorial ni partidario, sino político, muy político.

viernes, 8 de octubre de 2010

El Rati Horror Show

Título: El Rati Horror Show
Director: Enrique Piñeyro y Pablo Tesoriere
Guión: Enrique Piñeyro
Género: Documental
Duración: 90 minutos
Orígen: Argentina
Año: 2010
Reparto: Enrique Piñeyro, Germán Cantore, Agustín Negrussi, Andrés Bagg.


Construir el mundo con el cine

Enrique Piñeyro quizás sea, hoy por hoy, y a título exagerado, el mejor documentalista del mundo en cuanto a repercusión social. Con Wisky Romeo Zulu (2004) logró cambiar la ley de aeronáutica argentina tras el accidente del Vuelo LAPA 3142, y con Fuerza Aérea Sociedad Anónima (2006) también logró repercutir en el imaginario social con casi el mismo éxito que su predecesora y maestra ópera prima. Ahora, con El Rati Horror Show (2010) apunta a lo mismo, desmantelando una cuestión particular para terminar apuntando directamente al corazón de la "justicia" en la Argentina.

El documental cuenta mediante mecanismos basados en el último grito de la tecnología la historia de Fernando Ariel Carrera, condenado a treinta años de cárcel por la denominada "Masacre de Pompeya", un confuso accidente de tránsito que acabó con la vida de tres ciudadanos luego de una sangrienta persecución policial.
Se dice el último grito de la tecnología de manera irónica, aunque cabe remarcar la habilidad del director y actor para manipular de forma excelente las técnicas del stop motion -entre otras- en las recreaciones miniaturizadas (muy cómicas también, por cierto), o la animación en las dramatizaciones en esa tabla azul hacia donde se dirige junto a su compañero Germán Cantore en las secuencias que ayudan a ir recreando los hechos después de los asaltos de iluminación gracias a la brillante investigación periodística de Pablo Galfré.

Paulatinamente, Piñeyro construye y deconstruye el caso judicial que terminó acabando con la libertad de una persona inocente, víctima de los chanchullos de policías corruptos, que ante un error grave cometido tras perderle el rastro a ladrones en una persecución por el barrio de Pompeya decidieron "fabricar" al culpable mediante manipulación de las evidencias. Piñeyro (que hace de Sherlock Holmes y nos deja ser su J.H. Watson) pone en ridículo a la policía, o mejor dicho, deja a la vista lo ridículo del grupo policial que encabezó la operación, puntualmente de la controvertida Comisaría 34, que evidencian su ignorancia y falta de transparencia en las mismas declaraciones documentadas de las que se vale el realizador para poner en tela de juicio y debate la cuestión.

La información es tratada con sumo cuidado y sentido crítico y analítico, a tal punto que se llega a probar el sonido de los impactos de la bala sobre la carne en una secuencia particularmente espectacular detallada en X-Mo, con el director calzando el arma de fuego, para dejar de lado la naturalización de una balacera contra un ser humano (inocente o no). Y precisamente armas son las que utiliza Piñeyro (no sólo la mencionada) para valerse de su actividad tan creíble y contrastable, haciendo uso útil no sólo de la tecnología (mucha publicidad a Apple nomás, pero qué se le va a hacer) sino hasta de los paupérrimos noticieros argentinos, demostrando también el rol que juegan estos a la hora de construir la realidad y el ya mencionado imaginario social en el que tanto se inmiscuye Piñeyro con fines críticos y si se quiere hasta revolucionarios (el trabajo tiene un aire de grandeza a lo Operación Masacre, de Rodolfo Walsh).
"Si leo en el diario Clarín que Fernando Carrera es un asesino, entonces creo que Fernando Carrera es un asesino, no me importa lo que él tenga para decir," explica el propio Fernando Carrera -la víctima del hecho, el "perejil"- durante la entrevista dentro de la cárcel con el director del film. Esta frase bien puede resumir lo expuesto en el párrafo anterior.

Y volviendo a lo dicho al principio, la repercusión que logra Piñeyro con El Rati Horror Show (el término "rati" -"tira" al revés- en el lunfardo contemporáneo se le atribuye a "la cana", la policía ) llega al punto en el que el realizador logra concretar una entrevista con un procurador de la causa, con el fin de exponer su visión de los hechos desde el punto de vista de su investigación. Si todos lograramos eso con un film, una simple película (obviamente, nótese el grado de significación que le doy a ese "simple"), podríamos dar por seguro que iríamos a un mundo mejor. Documental, 'mockumental', lo que sea, pero se alude a la justicia nuevamente, y esta vez -si bien la causa sigue abierta y Carrera sigue preso- también se logra llegar a una instancia de reelaboración de los conceptos que inciden en la realidad. Si eso no es triunfar, no se me ocurre qué otra cosa puede ser...

Ese cine que propone y utiliza Piñeyro en El Rati Horror Show es, más que un arte, una herramienta de construcción social.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails