Dirección: Sofia Coppola
Guión: Sofia Coppola y Nancy Jo Sales (autora del artículo The Suspects Wore Louboutins)
Género: Crimen, Drama
Duración: 90 minutos
Orígen: Estados Unido, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón
Año: 2013Reparto: Katie Chang, Israel Broussard, Emma Watson, Leslie Mann, Taissa Farmiga, Claire Julien
El delito ingenuo
Texto originalmente publicado en La Mirada Indiscreta
La sobrevalorada directora Sofia Coppola convierte una reciente
historia real bastante particular en una película soporífera y mal
contada, que cae en su típico lugar de ilustración de las desgracias y
decadencias de la aristocracia, intentando reafirmar su autoría, que ya
quedó trunca hace rato. Lejos están los días de lucidez de Lost in Translation (2003) o la llamativa Marie Antoinette
(2006). Ahora la hija de Francis Ford luce repetitiva y falta de ideas,
con una pésima dirección de actores y una puesta en escena en piloto
automático, intentando ser transgresora pero quedándose en un retrato
banal sobre un relato verdadero que arrojaba a la luz la vulnerabilidad
de la fama y su mundillo consumista.
Cuando una película basada en una historia real no logra conmover más
que lo acontecido mediante el lenguaje cinematográfico y su magia
narrativa, y en lugar de eso logra menos efecto que un video en Youtube o
las fuentes de información, claramente algo anda mal. El material de
archivo del juicio contra el grupo denominado Bling Ring Gang (seis
adolescentes que robaron casi 3 millones de dólares en pertenencias de
celebridades en Los Angeles), como cámaras de seguridad, entrevistas a
los implicados, o incluso el propio artículo de la revista Vanity Fair
en el que está inspirado el quinto trabajo de Coppola, tienen muchísimo
más impacto dramático que la película en sí.
En la vida real, los seis delincuentes obsesionados con
personalidades como Lindsay Lohan, Paris Hilton, Orlando Bloom, Megan
Fox, entre otros, lucen como chicos comunes y corrientes, casualmente
convertidos a la fama por sus acciones, en una siniestra
retroalimentación de ese micro universo.
En The Bling Ring, la directora pone en pantalla
un montón de caras bonitas que rompen completamente la atmósfera de
transgresión, y los hace quedar –tal vez intentando ser neutral, o quién
sabe por qué- como simples idiotas cleptómanos serviles a un producto
pop divertido.
Si bien el grupo de amigos y amigas no tenía ningún manifiesto ni
algún tipo de motivador real más que una extraña condición de idolatría
por el estilo y la vida de clase alta, en la película son poco creíbles
porque Coppola pierde demasiado tiempo queriendo armar escenas cool,
musicalizadas con música de moda y supuestos momentos de rebeldía
adolescente, en vez de ilustrar más humanamente a sus personajes sin
tantos lugares comunes.
La película nunca despega y prefiere quedarse en los detalles más
hedonistas y hasta fetichistas en lugar de contar bien un relato
policial muy particular y profundo ocurrido hace no más de dos años y
que, nuevamente vale insistir, demostró la fragilidad y vulnerabilidad
que reviste el universo de la farándula hollywoodense. Por ejemplo,
Paris Hilton deja las llaves de su mansión debajo del tapete de entrada,
o todos los hogares son fáciles de mapear satelitalmente: todo esto en
la película queda reducido a simples datos que funcionan como gags que
dan una breve dinámica a la narrativa, pero jamás dichos detalles son
tocados con profundidad porque Coppola está demasiado ocupada filmando
sexys a las actrices (sobreactuadas todas) y poniendo a todo volumen la
música para que haya un aire de libertinaje berreta, incluso tratado
desde la ingenuidad.
El cine de Sofía Coppola ya hartó, es más de lo mismo. Y por como
viene su filmografía, no parece querer desviarse de ese rumbo
intrascendente, en donde la que parece estar obsesionada con el propio
mundo banal y farandulero que la rodea es la propia directora.
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